Capítulo 40. El esta sufriendo

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—Aparentemente, los kaizokus nacemos con un alma gemela en este mundo...

—¿Así está bien? —preguntó Shuichi con voz dudosa mientras sostenía unos vendajes que Keitaro le aplicaba a un paciente.

—Sí, buen trabajo Shu.

—Qué bonita enfermera se consiguió doctor...

El paciente, un hombre de unos treinta y cinco años, moreno de ojos negros se le quedó viendo a Shuichi con una sonrisa pícara en su rostro, haciendo a Shuichi sonrojar.

—¿Verdad que sí, Kyousuke? —dijo el doctor con sorna, tratando de aguantar la risa.

—¡Keitaro!

Shuichi le gritó al doctor por haberle dado la razón al paciente, haciendo a ambos hombres reír.

—Ya tranquilo Shu, no pasa nada, es sólo que en realidad te ves bien.

Keitaro terminó de colocar las vendas y despidió al paciente, quien se retiró, no sin antes lanzarle unos cuantos piropos a Shuichi.

—¿Siempre será así? —preguntó Shuichi con un sonrojo mientras le ayudaba a Keitaro a recoger.

—No Shu. Kyousuke es un mujeriego de lo peor, pero tiene buen corazón, sólo estaba jugando, no te preocupes. Mis demás pacientes son más nobles —terminó de decir el doctor mientras recogía las vendas y los implementos utilizados y salía de su consultorio seguido de cerca por un Shuichi vestido de enfermera.

—No entiendo... —acotó Claude perplejo mirando el rostro virtual de su amigo Mitsu.

—"Tú mismo lo habrás sentido. Antes de que Hiro llegara a tu vida, nunca te habías relacionado con ningún esclavo".

—Eso no está relacionado, Mitsu, así nos lo ha inculcado Tohma, los esclavos son... inmundicias... Sólo los que habían caído por el tacto de la carne, los caídos lo hacían y, aun así, cambiaban de esclavos como se compraban cosas nuevas.

La voz de Claude se cargó de dolor al recordar que en cierta etapa de su vida así habían sido sus pensamientos.

—"Pero cuando viste a Hiro, desde el mismo momento en que sus ojos se encontraron con los tuyos, algo ocurrió... ¿No es así?"

Claude recordó el momento en que había sido arrastrado por Mitsu a adquirir nuevos esclavos a aquella feria que tan mala vibra le traía. El segundo en que su respiración se había detenido al ver a Hiroshi por primera vez. Su cuerpo perfecto, aquella mirada cargada de miedo y ansiedad. Como su piel tembló cuando posó su mano en su rostro y un escalofrío recorrió su espalda

Sí, definitivamente algo había ocurrido en esa ocasión, pero... ¿Qué?

"Yo creo que nuestra especie de alguna manera ha desarrollado algún patrón de comportamiento que escoge a una sola persona para toda la vida. Alguien especial. Entre los humanos, se han desarrollado estudios de ciertas especies animales que tienen una sola pareja para toda la vida, como el pingüino emperador, las orcas y ciertas especies de ardillas. Siguiendo mi razonamiento de que somos el siguiente paso evolutivo del hombre, quizás haya sido alguna treta genética. Aparentemente este mecanismo sólo funciona entre kaizokus y humanos pues nunca se ha reportado el tipo de comportamiento que hemos tenido entre dos kaizokus. Además, nosotros nunca podemos escoger, siempre se nos impone alguien por motivos meramente de conveniencia. Aún no puedo asegurarlo, pues hubiera necesitado hacer más estudios, solo formulé la hipótesis de estar relacionado con feromonas compatibles entre humanos y kaizokus, pero si pudieras ayudarme..."

—Cuenta conmigo, Mitsu.

Claude se levantó de su asiento y se acercó a la computadora. Ese tema era demasiado interesante y definitivamente quería respuestas.

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora