Capítulo 30. Visita al doctor II

31 6 0
                                    

—¿Estás embarazado verdad?

Sin poder articular palabra de la impresión, Shuichi solo asintió en silencio.

El anciano se acercó lentamente hasta estar frente al Shuichi y tomó su rostro con sus viejas y huesudas manos. Sus seniles ojos de un color gris borrado se enfocaron en los sorprendidos orbes de Shuichi.

—Eres idéntico a tu tatarabuelo, y el hecho de que estés aquí me lo confirma. —El anciano sonrió—. Pongámonos cómodos, tenemos mucho de qué hablar.

***

Eiri se sentía inquieto. Hacía veinte minutos que su esclavo se había ido con su mayordomo y ya comenzaba a sentir ansiedad. ¿Cómo se estaría comportando su esclavo? ¿Estaría bien?

«Eso no me importa...».

Aunque no quisiera, esos pensamientos llegaban a su mente. ¿Y si huía? ¿Y si Hiroshi y Claude no se daban cuenta de sus intenciones? Un fuerte impulso tentaba con obligarlo a localizar a Shuichi por su anillo para saber dónde estaba, sería tan sencillo como presionar un botón.

«No... Claude me prometió que me lo regresaría intacto...».

***

—Supongo que tendrás pregunta, muchacho ―dijo el anciano, mientras observaba a su nieto terminar de servir unas tazas de té.

—Sí... de hecho sí... primero que nada... ¿Cómo es que conoce a mi tatarabuelo? Si él murió hace muchos años...

El anciano sonrió.

—Ese es un hecho algo curioso. Los varones de tu familia tienden a tener descendencia, muy jóvenes.

—Pero mi tatarabuelo... debió haber nacido hace... hace más de cien años.

—Mi familia siempre ha sido muy longeva. Yo estuve presente cuando tu bisabuelo nació, hace casi 60 años...

Shuichi y Hiroshi ahogaron una exhalación de la impresión, y si Claude hubiera sido un humano, de seguro también lo hubiera hecho.

—En ese entonces yo tenía poco más de 20 años... Ahora... tengo la fortuna de ver a otro de los afortunados con este precioso don.

Shuichi bajó el rostro con pesar.

—No creo que éste sea el mejor momento para ser tan afortunado ―dijo Shuichi con pesar.

—Pues yo creo que es maravilloso —interrumpió Keitaro—. Es increíble el don de la familia Shindo y me considero afortunado por poder tratarte.

—¿Tú cómo sabes de mi condición?

—Soy el siguiente doctor en la familia —agregó con una sonrisa—. Mi padre desafortunadamente falleció antes de conocerte.

—¿No que eran muy longevos? —preguntó con escepticismo.

—Sí, pero falleció en un accidente hace algunos años.

—Lo lamento —contestó Shuichi, tratando de expresar sus condolencias.

—No hay problema. Al contrario, me siento feliz. No es lo mismo estudiarlo a verlo por ti mismo.

—Keitaro... ¿Cómo han adquirido esos conocimientos? —preguntó el único kaizoku de la habitación.

—Todo ha sido como quien dice "de palabra". ¿Sabes la historia de tu don, Shuichi? —cuestionó el anciano mirando al esclavo.

—No...

—¿Te gustaría saberla? —Shuichi asintió—. Esto se remonta a hace más de dos mil años. No sé si sabrás que tu familia es muy antigua, así como la mía.

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora