Capítulo 32. Los resultados

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Cuando a Shuichi lo instalaron en su cubículo de recuperación, observó que era una sala con diez cubículos separados por paredes holográficas para dar privacidad. En esos momentos solamente dos camas aparte de la suya estaban activadas, así que, en uno de esos cubículos debía de encontrarse Ryuichi.

Asegurándose de que todos los enfermeros habían salido y se encontraba solo, se levantó de su cama, caminó con pies descalzos hasta el primer cubículo y atravesó el holograma encontrándose con un muchacho de poco más de quince años de cabellos negros y piel clara.

«Pobre... su condena apenas comienza».

Salió del cubículo y se dirigió al segundo, ahí lo encontró. Ryuichi se encontraba recostado sobre la cama con varios aparatos a su alrededor, lo que le llamó la atención. Él solamente traía un brazalete que enviaba señales a un aparato al lado de su cama, en cambio, Ryuichi tenía tres brazaletes y varias ventosas en la frente y en el pecho. Sólo de verlo, le dieron ganas de llorar

«Ryu... ¿qué te hicieron...?». Una lágrima escapó, rodando por su mejilla y se acercó a abrazar a su amigo, rompiendo a llorar. «Saldremos de aquí Ryuichi... te lo prometo... saldremos de aquí...».

—¿Qué haces aquí?

Shuichi ahogó un suspiró y su cuerpo se tensó.

***

—¿Crees que esté bien?... Ah... —preguntó Hiroshi ahogando un gemido.

—Claro... eso te lo aseguro...

Hiroshi se acomodó sobre el pecho de Claude, sintiendo como besaba su cuello y sus manos se deslizaban por su pecho, viajando hacia el sur. La tibia agua de la bañera cubría la mayor parte de sus cuerpos.

—Ah... pero Shu...

—Él estará bien... —insistió, besando el otro lado de su cuello—. Hablé con Eiri y me dijo que no permitiría que le aplicaran todas las pruebas.

—¿En serio? —preguntó Hiroshi con asombro.

—Sí. Si lo hubieras visto, quizás te hubieras dado cuenta del tono de celos con el que me lo informó —dijo sobando el vientre de Hiroshi.

—Esas pruebas... son horribles... —acotó Hiroshi, recordando cuando había sido su turno.

—Lo lamento tanto Hiro... si hubiera sabido...

—No importa... —Hiroshi se volteó un poco para ver a los ojos a su amado. Posó una de sus manos sobre su mejilla y lo acercó para besarlo—. Ahora quiero que me compenses... —susurró con un tinte de lujuria en su voz, su otra mano viajando hacia la intimidad de su amado.

—Tenemos un poco de tiempo antes de que Eiri regrese.

—Aprovechémoslo...

***

—Contéstame... ¿qué haces aquí?

Shuichi se relajó al ver que quien le hablaba era uno de los enfermeros humanos.

—Lo siento yo... yo estaba en el otro cubículo y quería ver a mi amigo. Mi amo regresará en poco tiempo.

—Sí, sé que eres un paciente por tu brazalete, pero... ¿cómo es posible que te hayas levantado? Deberías de estar en cama como este muchacho. Te acaban de practicar las pruebas, ¿no?

—Sí... así es... ¿por qué? ¿Hay algún problema?

—Es extraño... —dijo, acercándose a la cama donde debía de estar Shuichi y tomando sus informes.

—Mi amo no dejó que me las hicieran todas.

—Entonces eso fue... —La mirada de duda que mostró Shuichi, el dijo al enfermero que necesitaba una explicación—. Normalmente, después de las pruebas, los esclavos quedan muy agotados. A mi parecer, esas pruebas son demasiado crueles y no deberían de practicarse. Algunas inclusive son innecesarias.

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora