Prefacio

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Tras los eventos de Civil War, Natasha se reencontró con su familia y, junto a su hermana, destruyó la Red Room. Con esa misión cumplida, decidió que era momento de liberar a sus colegas capturados después de la batalla en el aeropuerto de Alemania.

No le tomó más de un par de días lograr su cometido: todos los prisioneros fueron liberados. A excepción de Clint y Scott, el Team Cap y Natasha se convirtieron en prófugos de la justicia, por lo que decidieron mantenerse juntos para protegerse mutuamente.

Con el tiempo, los lazos en este peculiar grupo se fueron fortaleciendo. No solo surgieron nuevas amistades, sino también relaciones más profundas. Natasha y Wanda, en particular, comenzaron a acercarse sentimentalmente. Sin embargo, no eran las únicas; Steve y Bucky también estaban recuperando el tiempo perdido, y en ese proceso empezaron a construir un vínculo nuevo, uno que quizás siempre había estado presente, pero que en el pasado no se habían permitido explorar.

A mediados de junio, Steve, Bucky y Sam dejaron al grupo para viajar a Wakanda, con la esperanza de encontrar la ayuda que Bucky necesitaba.

Esto dejó a Natasha, Wanda, Pietro y Anya como el resto del equipo. Decidieron esconderse temporalmente en un lugar más cercano a sus raíces: Kiev, la capital de Ucrania. Días después de instalarse allí, Yelena decidió visitar a su hermana, incapaz de soportar la idea de estar lejos de ella. Aunque sabía que Natasha estaba acompañada por las hermanas Maximoff, no pudo evitar sorprenderse al conocer a la menor de las trillizas: Anya Maximoff.

Para Yelena, Anya siempre había sido alguien única, completamente distinta a cualquiera que hubiera conocido. A primera vista, su actitud distante y frívola parecía mantener alejados a aquellos que no formaban parte de su círculo íntimo, algo que Yelena notó desde el principio. Sin embargo, quienes lograban cruzar esa barrera —y Yelena se contaba entre esos pocos— descubrían en ella una persona sorprendentemente amorosa, gentil e incluso alegre, aunque rara vez lo demostrara de manera obvia.

Anya se distinguía por su mente racional y escéptica, con un intelecto agudo que la hacía sobresalir. Había algo en su mirada que siempre parecía captar más de lo que dejaba entrever, y su ingenio irreverente, junto con un humor sarcástico, hacía que sus comentarios fueran tan incisivos como lógicos.

Segura de sí misma e independiente, Anya no dudaba en romper las reglas si consideraba que carecían de sentido. Siempre perspicaz, valoraba la verdad por encima de todo y actuaba con una estrategia implacable, guiada por una lógica inquebrantable. Su ambición y determinación la impulsaban constantemente hacia sus metas, mientras que su imaginación le permitía ver oportunidades donde otros solo encontraban obstáculos.

Anya era, sin duda, una líder nata: audaz, con una fuerza de voluntad férrea y una justicia profundamente arraigada en sus acciones. Aunque no lo mostraba con facilidad, su lealtad hacia aquellos que realmente importaban era inquebrantable, y Yelena valoraba eso más que cualquier otra cosa.

Anya y Yelena compartían muchas similitudes, algo que no pasaba desapercibido para quienes las conocían. Esa conexión era parte de la razón por la que pasaban la mayor parte del tiempo juntas. No necesitaban hacer algo en específico para disfrutar; a veces, simplemente estar en la misma habitación era suficiente. A pesar de estar juntas casi todo el tiempo, siempre encontraban algo de qué hablar, reír o compartir. Pero sabían que su cercanía iba más allá de la rutina diaria. Desde el momento en que se conocieron, sintieron un clic instantáneo; había un vínculo y una conexión especial entre ellas, algo que simplemente no podían poner en palabras.

No era un secreto para nadie en la casa que entre Anya y Yelena había algo más que una simple amistad. Aunque ambas eran reservadas sobre sus sentimientos, el vínculo que compartían era tan evidente que cualquiera que las observara podía notar la chispa entre ellas. Natasha, con su aguda percepción, se dio cuenta al instante de que Anya, la menor de los Maximoff, había quedado flechada por Yelena. Del mismo modo, notó que su hermana menor también se sentía atraída por la joven Maximoff; sus miradas cómplices y risas compartidas revelaban una conexión que iba más allá de la simple amistad.

WAW ~ Historia alternativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora