Capítulo 22

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04 de septiembre del 2020.

Habían pasado dos semanas desde que Yelena viajó a Nueva York en un intento desesperado por recuperar a Kate. Dos semanas que le parecieron una eternidad, dos semanas en las que descubrió el significado del dolor en su forma más cruda.

Ya no era el llanto diario, pero tampoco era vivir. Se movía como un autómata, cada gesto y acción eran como respuestas automáticas, la mejor manera que encontró para evadir el abismo de su sufrimiento. Todas intentaban levantarle el ánimo, especialmente Anya, pero incluso sus esfuerzos solo lograban sacarla de su encierro momentáneamente. Yelena estaba en piloto automático, una estrategia para desentenderse de su propio tormento del cual creía firmemente era la única culpable.

En esos días, surgió una misión de suma importancia, pero Anya y Pietro decidieron hacerse cargo. Anya sabía que Yelena necesitaba alejarse un poco de ella; verla le recordaba, de alguna manera, todo lo que había perdido con Kate. No era culpa de Anya, pero el simple recuerdo de las palabras de Kate la afectaba. Anya aseguró a Wanda y Natasha que se quedaran tranquilas cuidando de Yelena, prometiendo regresar ese mismo fin de semana.

El viernes 4 de septiembre parecía un día ordinario, excepto porque Natasha y Wanda no habían visto a Yelena en todo el día. Se encerró en su habitación, rechazando todas las ofertas de comida que le hicieron. La situación preocupaba cada vez más a las Romanoff, y Natasha decidió que era momento de intervenir nuevamente.

—Brujita, iré a ver cómo está Lena —Natasha le dijo a Wanda al darse cuenta de que Yelena nuevamente se había ausentado de la cena.

—Te acompaño, amor. También quiero saber cómo está —respondió Wanda, inquieta, mientras se levantaba para acompañar a su esposa.

Solo dos minutos después, estaban frente a la puerta de la habitación de Yelena. Tocaron varias veces, pero no obtuvieron respuesta. La preocupación aumentó, y decidieron abrir la puerta de inmediato.

Al hacerlo, se encontraron con Yelena sentada en el suelo, los ojos vidriosos mientras bebía directamente de una botella de vodka. Ambas dejaron escapar un suspiro de alivio al verla relativamente ilesa. La escena no era agradable, pero al menos no era algo mucho peor.

—Cariño, deja esa botella ya —le indicó Wanda mientras le quitaba la bebida

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—Cariño, deja esa botella ya —le indicó Wanda mientras le quitaba la bebida. Yelena no ofreció resistencia, como si hubiera llegado a un punto en el que la autodestrucción era su única válvula de escape.

Natasha no dijo nada, solo analizaba la situación para determinar la mejor manera de abordarla.

—Devuélvemela, por favor...—susurró Yelena. Aunque no tenía la fuerza para resistir que le quitaran la botella, aún podía articular palabras.

—Sestra, por favor, deja de beber —Natasha murmuró suavemente.

—No quiero.

—Yelena, no puedes seguir así —Natasha le dijo, manteniendo su tono suave pero con un dejo de seriedad.

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