Capítulo 25

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08 de marzo de 2021.

Habían pasado seis meses desde la última vez que Yelena había buscado a Kate para pedirle una última oportunidad; seis meses en los cuales muchas cosas habían cambiado. 

El resto de septiembre fue un mes desafiante para Yelena, pero con el apoyo de su familia, especialmente de Anya, logró salir adelante. Las sesiones de terapia, inicialmente intensas, se volvieron más llevaderas, y Yelena comenzó a comprender el profundo impacto emocional de la ruptura con Kate. La pérdida de su novia y, al mismo tiempo, de una de sus mejores amigas, la afectó en niveles que aún exploraba. Aunque el futuro podría traer la posibilidad de reconstruir su amistad, el presente era demasiado temprano para contemplarlo.

Octubre llegó con una paz relativa. Aunque Yelena aún extrañaba a Kate, encontró consuelo en la preparación para Halloween, una de sus celebraciones favoritas. La familia se unió para decorar la casa, y las misiones y actividades benéficas contribuyeron a levantar su ánimo.

En noviembre las cosas fueron cambiando más, cada vez sentía mucho menos el recuerdo de Kate.  Estaba mucho más alegre, fácilmente se lo podía ver en el rostro. Todas en la casa lo notaron, Natasha y Wanda aprovecharon que Yelena cada vez estaba mejor para darse ciertas escapadas románticas. Noviembre pasó rápido, y después de una cálida celebración de Acción de Gracias, llegó diciembre. 

Anya y Yelena se sumergieron en la decoración navideña con la determinación de hacer de esa Navidad una experiencia memorable. A pesar de las bromas y quejas de Natasha sobre la decoración antes de su cumpleaños, el espíritu navideño invadió la casa, y Yelena disfrutó de un mes lleno de actividades festivas. La llegada de una sorpresa en los próximos meses añadió un toque de anticipación y emoción a las celebraciones.

Los primeros dos meses del año fueron igual de buenos, sobre todo febrero que era el mes donde la mayoría en la casa cumplía años. Para el cumpleaños de Anya, Yelena le regalo un relicario con forma de corazón. Lo que Yelena no se sabía (pero sí que esperaba) era que Anya había puesto una fotografía de ella dentro del relicario. A finales de febrero, Anya le obsequió a Yelena en su cumpleaños un nuevo chaleco que había mandado hacer especial para ella. En dicho chaleco había un bolsillo pequeño en el interior que era perfecto para guardar una fotografía. Yelena coloco una pequeña fotografía de Anya en ese bolsillo, así siempre la tendría cerca de su corazón.

Al llegar marzo, Yelena notó que el dolor asociado al recuerdo de Kate ya no la atormentaba. Estaba lista para avanzar en su vida, y ese mes marcó el comienzo oficial de su relación con Anya. Durante la primera semana, Yelena dejó caer indirectas, pero en el octavo día, decidió dar un paso más audaz. La familia estaba reunida en la sala cuando Anya se acercaba, y Yelena vio la oportunidad perfecta para poner en marcha su plan. La dinámica emocional de ese momento resonaba con el crecimiento personal de Yelena y la esperanza de un nuevo comienzo.

—Agh—se quejó Yelena—. Cómo me gustaría que una mujer muy guapa y que me quiera me dijera, "Lena, ¿no te gustaría acompañarme esta noche?"—mientras pronunciaba estas palabras, las Romanoff intercambiaron miradas curiosas pero divertidas. Para ellas y Pietro, era bastante obvio lo que Yelena estaba tratando de hacer. Después de haberlas visto más juntas que nunca en los últimos meses, era algo que tarde o temprano iba a suceder.

Anya no estaba dispuesta a dejar pasar otra oportunidad, así que se apresuró a ofrecerle a Yelena una salida. La simple idea de imaginar a Yelena saliendo con alguien más le provocó un sentimiento de celos y cólera. Aunque claro que si eso llegaba a suceder, nuevamente respetaría la decisión de Yelena.  

—Lena, ¿no te gustaría acompañarme esta noche? —dijo Anya con voz y sonrisa galante. Yelena volteó a verla con una enorme sonrisa en su rostro.

La habitación quedó en silencio, todas esperaban ansiosas la respuesta de Yelena. Por su parte, Yelena estaba disfrutando de ese momento y deseaba recordarlo para siempre. Anya empezó a sentir nervios, la espera la estaba atormentando. 

—Pensé que nunca lo preguntarías—musitó Yelena cuando por fin terminó de saborear el momento. Anya suspiró aliviada, pero luego comenzó a sonreír ampliamente al procesar mejor lo que las palabras de Yelena significaban. El resto de las personas en la habitación observaban la escena con emoción; incluso Pietro usó sus poderes para ir por palomitas para ella y las Romanoff.

—Sí... igual yo—respondió Anya tímidamente mientras se acercaba más a Yelena.

—A todas nos sorprendió—murmuró Natasha sonriendo levemente; definitivamente, ella era una de las personas más felices con lo que estaba sucediendo entre su hermana y cuñada. Wanda y Pietro le dieron la razón asintiendo con la cabeza.

—Me alegra que lo hicieras, de verdad—añadió Yelena, también acercándose más a Anya. La conexión entre ambas se volvía palpable, llenando la habitación con una atmósfera de emociones compartidas.

Ninguna de las dos podía esperar para poder salir a su cita, así que Anya pensó que lo mejor sería adelantarla a ese mismo momento.

—En ese caso, deberíamos irnos ya, ¿no crees? —propuso Anya con entusiasmo—. No tenemos que esperar horas para la salida cuando podemos empezarla ya. —Yelena sonrió aún más al escuchar a Anya; eso era justo lo que ella estaba pensando.

—Sí, eso me encantaría —aceptó Yelena—. Andando, se nos hace tarde.

—Como diga, my lady—hizo una referencia divertida, y Yelena soltó una risita un tanto sonrojada.

—Diviértanse, chicas —les deseó Pietro mientras alzaba sus manos alegre.

—Que se la pasen bien —añadió Wanda del mismo modo. 

—Anya —musitó Natasha seriamente pero de manera suave.

—¿Sí? —respondió Anya con una sonrisa medio burlona, lo que hizo que Natasha girara los ojos divertida.

—Cuida a mi hermana.

—Con mi vida, zolovka —le aseguró Anya, sonriendo tranquilamente. Natasha le devolvió la sonrisa de la misma manera. Sabía que no tenía que preocuparse de nada; después de todo, se trataba de Anya, y confiaba plenamente en ella. La conexión entre Yelena y Anya era tan palpable que las palabras de Natasha solo reforzaban la seguridad de que estaban en buenas manos.

Las palabras de Anya conmovieron a Yelena, provocándole una mezcla de ternura, cariño y, sobre todo, amor.

—Ya váyanse, que se diviertan —les deseó Natasha como despedida. Anya le envió una mirada agradecida en respuesta.

—Solo no olviden que esta noche tenemos una reunión familiar —Wanda les recordó, tratando de ocultar la enorme sonrisa que tenía en su rostro.

—¿Cómo lo van a olvidar? Tú y Natasha lo llevan diciendo desde hace días —se burló Pietro.

—Solo no lleguen tarde, ¿de acuerdo? —añadió Natasha, con exactamente la misma expresión que su esposa. Anya y Yelena asintieron, sonriendo.

—No se preocupen, llegaremos a tiempo a la reunión —respondió Yelena.

—Sí, lo que ella dijo —añadió Anya—. ¿Nos vamos, Lenn? —le ofreció su brazo a Yelena, quien más que encantada lo tomó.

—Nos vamos—Yelena respondió con una sonrisa radiante mientras salían juntas de la sala. 

El aire estaba lleno de expectativas y emociones. Se respiraba la frescura del comienzo de algo nuevo y prometedor entre Yelena y Anya.


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