Resurgir

6 1 0
                                    

Alexander

Todo está oscuro. Todo está demasiado oscuro. Mi cabeza duele. Mi cuerpo se siente echo mierda. ¿Qué me pasa? ¿Dónde estoy?

Intento abrir los ojos. Intento averiguar dónde estoy, pero no consigo hacerlo. Al menos no de momento. Intento hacer memoria de todo lo que ha pasado, intentando acordarme de lo que realmente ha ocurrido.

Jack.

—Tío, ¿estás seguro? No te ves bien. Estás limpio. No ves las cosas con claridad. No creo que sea buena idea que...

—¿Eres un camello con principios? —arrastro las palabras de forma perezosa. El whisky me ha afectado más de lo que pensaba —llevo días sin dormir. Llevo días estando muerto en vida. Solo quiero descansar.

—¿Por qué no me dejas tu móvil y llamo a Elizabeth? Quizás pueda venir a buscarte y...

—¡Ella es la culpable de todo lo que me está pasando! —cojo una gran respiración —¿me das la droga o me voy a otro sitio?

—Toma —me tiende a regañadientes —lo hago por Edward y lo sabes.

—Lo sé —le doy el dinero, mucho más de lo que vale realmente —ve a comprarle algo para comer.

—Alexander, piénsalo muy bien. Aunque estéis peleados te sigue amando, y aunque no lo hiciera no debes tirar tu recuperación por la borda.

—Gracias por la heroína Jack.

Mierda. Me acuerdo. Fue Jack. La heroína. El golpe en la cabeza. ¿Dónde estoy entonces? ¿Por qué no puedo abrir los ojos?

Es el cansancio. Tu cuerpo necesita descansar. Recuperarse de todo lo que te has metido.

Me dice la voz de mi consciencia. Se me fue la mano con la dosis, pensé que lo tenía controlado, pero no ha sido así, dándome un golpe.

Duerme.

La orden de mi cerebro es clara. Dormir. Recuperarme. No sé donde estoy pero estoy vivo, eso seguro.

Dormir... dormir... dormir...



Me despierto. Joder...

Drogas.

Ataque.

Golpe en la cabeza.

Joder...

Me reincorporo lentamente, gruñendo por cada movimiento que hago con mi cuerpo. Parpadeo varias veces, intentando acostumbrarme a la luz. Los pitidos de la pantalla del hospital me aturden.

Espera... ¿hospital? ¿Qué narices hago en el hospital?

Busco con la mirada, y lo primero que veo es a Meredith. Está sentada en la silla para los acompañantes. Se toca la sien mientras se pasa las manos por las mejillas húmedas. ¿Está llorando?

—Hola —carraspeo con voz grave. Levanta la mirada —¿qué ha pasado?

Me mira, incapaz de creerse lo que está viendo. Suelta todo el aire de sus pulmones.

—Dios menos mal —se levanta, abrazándome con cuidado —menos mal que has despertado. Nos temíamos lo peor.

—¿Qué ha ocurrido?

—Has tenido una sobredosis. Casi no lo logras —solloza —dios mío. Estás bien. Tengo que llamar a Joseph.

—¿Dónde está Elizabeth? —la busco con la mirada. ¿por qué no estará aquí? ¿seguirá enfadada? Quizás no se lo han dicho. Dios... ¿Qué voy a hacer? Le prometí que no lo volvería hacer. ¿Qué puedo hacer para que no se de cuenta? ¿Se lo habrán contado ya? No me extraña que no quiera venir a verme. Tiene que estar enfadada, pero aunque lo esté nunca se iría sabiendo que estoy en el hospital. ¿Dónde está?

Su rostro cambia por completo a uno mucho más descompuesto.

—Cariño. Tienes que estar tranquilo con lo que te voy a decir...

—¿Qué es lo que le ha pasado con Elizabeth? —la interrumpo, haciendo caso omiso a lo que me ha dicho.

—Ella fue la que te encontró —¿qué? No... —ha desaparecido. Lleva casi ocho horas fuera y no sabemos dónde está. Joseph intenta encontrarla.

¿Qué?

—¿Ha desaparecido? —esta asiente, cabizbaja. Intento levantarme, arrancarme los cables para salir corriendo a buscarla, pero una punzada en la cabeza me hace quedarme totalmente quieto —no puedes moverte. Tienes una conmoción por el golpe y están limpiándote la sangre. Tienes que descansar.

—¡No puedo descansar cuando Elizabeth ha desaparecido!¡Joder!

—¡Todos aquí estamos histéricos, Alexander!¡Cálmate! —exclama, sobresaltándome. Nunca me había gritado antes —¡tenemos que esperar hasta que él la encuentre!

—¿Dónde coño puede estar? Ella se ha ido por mi culpa. ¡Por mi culpa joder! ¿Y resulta que no puedo ir a buscarla? Una mierda. Tiene que estar por aquí cerca. Ella está enfadada, pero la encontraré. Quizás esté en nuestra plaza favorita o en el mirador o...

—Alexander... Ella...

—¿Qué pasa con ella?

—Cassie la dejó irse. Fue quien la acompañó abajo hasta que se fue y ella... Ella fue quien te encontró primero. Pensó que estabas muerto. Y Cassie la vio irse en dirección contraria a la ciudad.

—¿Q-qué? —¿ha dicho muerto? ¿Pensó que estaba muerto?

—Cassie dijo que estuvo casi minuto y medio observándote. Ella también vio que no respirabas, y Richardson no pudo encontrarte el pulso...y... se fue.

—Dios santo... —me tiro del pelo, en pleno ataque de pánico.

Se ha ido...Se ha ido porque pensaba que estaba muerto...

Dios, Elizabeth... ¿Dónde estás?

Meredith se levanta, dando vueltas de un lugar a otro mientras habla por teléfono.

—Sí, cariño. Ya ha despertado —habla con alivio en su voz— ¿La has encontrado? —silencio —ya... Está bien. Me quedaré aquí. Llámame si sabes algo.

Cuelga, volviéndose hacia mí. Camina la poca distancia que nos separa, sentándose en la silla de visitantes.

—¿La ha encontrado?

—Aún no, cariño.

—Dios —suplico, antes de que mi voz se quiebre por completo —es mi culpa. Pensé que alejándome de ella todo iría mejor.

—No sé que decir—dice, agarrándome de la mano, llena de agujas y cables — ambos sois como nuestros hijos. Os apoyaremos y ayudaremos en lo que sea, pero cariño... —carraspea —no sé si vosotros estáis destinados el uno al otro.

—¿Qué quieres decir? —pregunto en susurros, temiendo escuchar de nuevo lo que creo que he escuchado —¿no crees que sea bueno para ella?

—Creo que no sois buenos el uno para el otro. Sé que os amáis, os veo todos los días, pero la manera en la que sufrís cuando discutís, os desgasta. Os consume, y eso hará que el amor se transforme en odio —hace una pausa —espero que algún día, podáis hablar como adultos, entenderos y vivir una vida juntos y felices, pero puede que no sea ahora el momento en el que debáis hacerlo.

—Ya —contesto de forma escueta, temiendo la peor de mis reacciones —¿podrías dejarme solo por favor? Necesito pensar.

—Claro que sí, cariño, y por favor no te lo tomes a mal. Sabes que te quiero, y a ella también la quiero. Por eso no quiero que acabéis mal.

Deja un beso en mi mejilla antes de salir de la habitación. Me quedo solo con mis pensamientos.

Me giro, quedando de lado, dejando que mis emociones me ganen. Sin poder evitarlo, lágrimas de dolor y tristeza corren por mis mejillas.

Dios... ¿Qué he hecho?

La he traicionado. La he traicionado por un subidón, pensando que así podría olvidarla, o al menos disipar el dolor de no poder estar con ella.

No hago el movimiento de arrastrar mis lágrimas, intentando no mostrar debilidad. Estoy solo, y puedo permitirme desahogar cada gramo de dolor que hay en mi cuerpo. Para pensar en ella.

En mi ángel.

Mi Ángel II "No te alejes de mi lado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora