Resaca

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Elizabeth

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Bebo otro chupito mas. Sé que estoy haciéndolo mal, que no debería beber cuando estoy tan sensible, pero ¿qué mas podría hacer? Me ha pedido tiempo, algo que mi mente llega a entender como que está cansado de mí y quiere olvidarse y entretenerse de otros asuntos.

—¿Un mal día? —me pregunta un chico en un acento extraño. Miro hacia él, encontrándome con un chico de ojos azules y tez clara. Es delgado y más o menos de mi altura, con el pelo rubio oscuro — soy Elías.

—Yo soy Elizabeth —comento, mirando a la gente entrar y salir de la fraternidad. Estoy sentada en las escaleras. Este tal Elías está delante de mí —y sí, un malísimo día.

—¿No debería ser al revés? Solo han pasado un par de horas de la fiesta más importante del año

—Mi novio me ha dejado, bueno me ha pedido un tiempo, que viene a ser básicamente lo mismo.

—Vaya... ha jugado la carta del darse tiempo.

Me muerdo el carrillo.

—Así es. Por eso estoy aquí, bebiendo.

—Bueno, es un capullo. Pedir un tiempo es lo peor que una persona puede hacer. ¿Tiempo para qué? ¿Para ver si de verdad vale la pena acostarse solo con una persona?

—Lo peor es que me ha pedido un tiempo después de quitarme la virginidad —me llevo las manos al pelo —lo peor de todo es que ni siquiera pienso que vaya a acostarse con otras, pero me siento tan... patética. Sí. Esa es la palabra.

Sé que estoy dando demasiada información, pero es un desconocido y estoy borracha, quizá es lo que necesito. Desahogarme y contarle toda mi mierda.

—No eres patética. Simplemente has despertado.

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Me despierto con una presión tan horrible en la cabeza que me provocan ganas de vomitar. Dios santo... ¿Qué ha pasado anoche? Fui a la fiesta, hablé con Cassie mientras comíamos pizza, el nuevo chico de intercambio; Elías, y un chico tirándome su copa encima. Después de eso, nada. Ni un solo recuerdo más.

¿Cuánto bebí ayer?

¿Siete? ¿Diez copas? No tengo ni idea.

Abro los ojos.

La claridad me hace gruñir y volver a cerrarlos hasta que me acostumbro lo suficiente como para volverlos a abrir. No es mi habitación, aunque tampoco es una desconocida. Es la habitación de Alexander, donde dormimos después de haber tenido esa cena en la casa que tiene alquilada junto a Michael.

¿Qué hago aquí?

Me siento en la cama. Estoy sola, pero en la mesita de noche hay una pequeña pastilla blanca y un vaso de agua. ¡Genial! Me la tomo, bebiendo la fresca agua, aprovechando para refrescarme.

¿Qué hora es? Busco mi teléfono, pero no está por ningún lado.

Me levanto con cuidado, analizando la ropa que tengo puesta. Estoy con uno de sus suéteres y ropa interior. ¿Dónde está mi ropa? ¿Cuándo me puse esto? Camino hacia la puerta, escuchando los murmullos lejanos de otras personas. Tendrán que estar fuera. Abro la puerta con cuidado, gruñendo para mis adentros cuando chirría, causándome un dolor inmenso en el lateral de mi cabeza.

Dios...

¿Por qué he bebido tanto? Bueno, para empezar ¿por qué he bebido? Y otra pregunta que ronda por mi cabeza. ¿Qué hago aquí? ¿Alexander vino a buscarme o le llamé yo a él?

Mi Ángel II "No te alejes de mi lado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora