Usada

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Elizabeth

Me quedo sola en el baño.

¿De verdad se ha ido? ¿Me ha follado y se ha ido? Cojo aire, paseando mi mirada por el baño. Mis bragas están en el suelo, rotas. Gruño. Las recojo y las tiro a la papelera. Genial.

Me folla como una bestia. Me hace prometerle que hablaré con él, me deja sin bragas y se va.

¡Genial!

El estado de limbo y clímax en el que me encontraba por mis recientes orgasmos han desaparecido, dejando paso al enfado. Mi mente no trabaja en absolutamente nada, simplemente en ir allí y gritarle un par de cosas bien dichas.

¿Qué narices se cree que soy? ¿Una puta?

Salgo del baño, hecha una furia. Lo busco con la mirada, encontrándolo en la barra, junto con Giorgi, Michael y Massimo; este último detrás de la barra. Me acerco a paso rápido, apartando a todo el mundo que se ponga por delante.

—¿Se puede saber que coño te pasa? —le espeto, frente a todos.

—¿A mí? Nada, ¿te pasa algo mi ángel? —intenta tocarme el antebrazo.

—Vienes aquí, buscándome como un puñetero acosador, mandas a tus amigos a amenazarme y me follas en el baño para irte como si fuese una cualquiera. ¿Quién te crees que soy? —pregunto, cada vez más furiosa, pero sobre todo por verle esa cara de tranquilidad, como si tuviera el poder sobre mí.

—No he hecho nada de eso que dices, mi ángel. Este local es donde trabajan mis amigos, ¿verdad? He venido a verlos. Es una casualidad haberte encontrado aquí.

Me pongo roja hasta las orejas. Casualidad y una mierda...

—A veces eres como un grano en el culo —grazno. Sonríe con arrogancia —un daiquiri por favor. Me esperan allí —le sonrío a Massimo, con altanería. Si se piensa que va a joderme la noche va listo.

—Massimo, no le pongas alcohol. Mejor un vaso de agua.

—Quiero lo que he pedido. Si quisiera agua yo misma la pediría.

—No vas a beber alcohol. Estás borracha. Más alcohol solo te pondrá peor.

—Mira yo te pongo el agua, y luego ya me pides lo que sea —me pasa una botella de agua mineral y un vaso. Joder.

—¡Eli! —el grito de Lucy me hace sonreír. Bien, por fin —¡joder tía que baile! Me he puesto cachonda —se ríe con culpabilidad y descaro mientras yo me sonrojo levemente. Su mirada se centra en las otras dos personas que no había conocido antes —¡ese es tu chico!¡El resucitado!

—Sí. Es Alexander y este su amigo Michael. Chicos, ella es Lucy. Mi amiga.

—Encantado de conocerte —saluda Alexander con su habitual sonrisa.

—Chico guapo —se refiere a Massimo —ponme dos chupitos de tequila, limón y un poco de sal, por favor —hace una pausa —¿queréis algo? Invita el dueño.

—¿Conoces al dueño? —pregunta Giorgi, un tanto sorprendido.

—Es mi hermano —se encoge de hombros.

—Lucy, ¿por qué no nos vamos a la mesa y así...?

—No —me corta Alexander —tu y yo nos iremos a casa. Me lo prometiste.

—¿Antes o después de que me dejaras sola en el baño?

—Hablemos aquí, entonces.

—No quiero. ¡No estoy preparada para hablar contigo joder! No estoy pidiendo años ni siglos para poder hablar. Quiero un par de semanas para poder asimilarlo todo. ¿Por qué no puedes concederme eso?

—Te echo de menos —admite en voz baja.

—Lo hubieses pensado antes de hacer lo que has hecho. Puedo perdonarte cualquier cosa, y de hecho, lo hice. Pero no voy a perdonar esto tan fácil.

Le suplico con la mirada a Lucy que me saque de allí. Que me lleve lejos. Me coge por los hombros, girando mi cuerpo.

—Lo siento chicos. Quizás en otro momento —se excusa delante de ellos antes de irnos, a nuestra mesa. Gracias a que es una de las más alejadas. Me siento, totalmente decaída cuando llegamos junto a los chicos, que me miran confusos —acaba de ver a Alexander y no le sentó muy bien.

No quiero hablar de esto, simplemente escucho todo lo que dice Lucy, haciéndolos reír, dejando que Cassie me abrace y reconforte con sus brazos.

Mi Ángel II "No te alejes de mi lado"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora