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|El club de ocultismo y las clases de Arte|

Era ya la séptima semana de clases, el psíquico paseaba por los pasillos con suma tranquilidad para dirigirse al baño antes de ir a casa, pues él no estaba en ningún club para quedarse después de la escuela, o al menos eso creía. En eso el director de la escuela va directamente hacia él y le dice:

Saiki, todos los clubes deben mandar su informe.

No estoy en ningún club.

No holgazanees en el club de Ocultismo –avisó el director.

Cierto, aún fingía hacer eso –pensó el de pelo fucsia recordando a cierto médium–. Pero sólo presidentes y vicepresidentes pueden enviar informes.

Tú eres el presidente.

¿Qué?

Eso dijo Toritsuka, que te hiciste presidente.

Ese maldito.

Saiki iba refunfuñando mentalmente por los pasillos de camino al club de Ocultismo.

Eso fue suficiente por hoy. Ese idiota, lo convertiré en un verdadero fantasma.

De repente, aparece Yumehara diciéndole a Kusuo que debería ir al club, ya que sólo van ella y Arisu todos los días esperando que alguien asista. Al final, lo convenció para ir.

Cuando el de ojos púrpura llegó se encontró con una linda habitación femenina colorida y perfumada, tenía otras expectativas del lugar, algo más sombrío. Pero de alguna forma se sintió más tranquilo de que fuera así.

Vio como la chica Arisu estaba muy cambiada, como si tuviera un aura menos aterradora. Era más parecida a la de Yumehara, pensó que al pasar tanto tiempo juntas Chiyo acabó contagiándola de su esencia.

Todos se dirigieron a una mesa que había en el lugar y lo único que hacían las chicas era hablar de chicos, cosa a Saiki le daba exactamente igual. La mayoría del tiempo lo pasó ignorándolas, en algún momento le preguntaban qué opinaba él como chico pero les dio una respuesta corporal de desinterés.

Arisu había hablado con un joven de otra clase y se preguntaba quién era la chica que estaba con él, Yumehara la interrogó para saber que pasaba más a fondo.

–Podemos preguntarle a Sayaka –comentó Chiyo.

–¿Qué es eso? –pensó el de ojos púrpura.

Ambas empezaron hacer una especie de ritual alimentándo a un muñeco de sangre que parecía ser de porcelana.

–Bueno, esto sí es algo –pensó Saiki horrorizado–. Se volvieron ocultistas muy rápido. ¿Qué es esa cosa?

Mientras ambas hablaban con el muñeco Kusuo no podía parar de pensar en el aura ocultista que se había apoderado de la habitación, se dio cuenta de que ambas habían estado alimentándose de lo peor una de la otra.

Esto se está poniendo más oscuro de lo que esperaba... Me voy a casa.

–¿A dónde vas? –preguntó Yumehara con una cara tétrica– No puedes irte mientras estés aquí, o serás maldecido.

No Eres El Único. {Saiki K Ψ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora