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|La ausencia I|

Maite y Jun habían terminado de ver su película, eran las diez y media de la noche. Decidieron comprar la cena para todas junto con un tarro de helado para el postre. Ciertamente, después de que la de ojos amarillos expresó todos los sentimientos que se había reservado durante años, parece que por fin había tocado los de sus dos más cercanas. Ambas esa noche reconocieron que no era la forma más eficaz de lidiar con la psíquica, así que se propusieron ser más suaves y cambiar progresivamente.

–Ma', ¿tú crees que Anika se sienta mejor?

–Eso espero, el que haya salido con sus amigos en la mañana es buena señal.

–Pensé que era de las que no tenían amigos.

–Siempre estuvo apegada a ese muchacho que vive en frente de cabello rosa, y junto a él su grupo de amigos.

–¿Te refieres al hijo menor de los Saiki?

–Así es, creo que es su mejor amigo.

–¿En serio? Me parece tan callado.

–Lo es con los demás, pero su madre y yo hemos visto que él y Anika tienen una relación especial.

–Bueno, hay que reconocer que Niko es una chica muy dulce. Sería capaz de ganarse el corazón de la persona más necia del universo.

–¿Lo dices por experiencia?

–¡Ma!

–La mayor rió– Nos hemos equivocado con ella, lo de tu padre fue un accidente... Fui una cobarde y sólo la culpé, la aparté, porque pensé que quizá viendo mi comportamiento aprendería la lección y renunciaría a sus poderes. Pero me equivoqué, en su lugar crié a una niña sufrida y reprimida.

–Lo hicimos ambas, debemos empezar desde cero con ella. Cuando sea el momento, tendremos que pedirle perdón por todo lo que hemos hecho.

–Tienes toda la razón...

Después de conversar y recorrer el largo camino hasta su casa, ambas habían llegado finalmente a su hogar. La de ojos azules abrió la puerta y, gritó el nombre de su hermana menor para que bajara a cenar con ellas.

–¡Anika!... ¡Anika! ¡Baja a cenar!

–Seguro se quedó dormida –comentó la mayor–, yo iré a ver.

La pelirroja subió las escaleras hasta llegar a la la habitación de la psíquica, tocó la puerta un par de veces pero no obtuvo respuesta.

–Anika, voy a entrar –avisó.

Giró la manilla de la puerta con suavidad, la habitación estaba vacía. No habían señales de la muchacha por ninguna parte, era esa la primera vez que se quedaba fuera de su casa tan tarde. La mujer bajó con preocupación y le avisó a su hija mayor.

–Jun, ella no ha regresado.

–¿Qué? ¿Desde esta mañana?

–Sí.

–¿Tienes el número de alguno de sus compañeros?

No Eres El Único. {Saiki K Ψ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora