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|El Templo|

Kusuo se había ido con su hermano y la morena de camino a casa, estaban como a una hora considerando el tráfico. Iba en el asiento copiloto recargando su codo en la puerta del automóvil, mientras su mano se encontraba debajo de su barbilla.

Ahora que no tenía poderes era todo muy distinto, como si todos sus sentidos estuvieran mucho más sensibles de lo normal. Miraba con cuidado el paisaje,  probablemente nunca se había dado cuenta de lo bonito que era. Kusuke, al notar su pequeño trance decidió molestarlo.

¡Eh, Kusuo!

El joven de ojos magenta pegó un pequeño brinco desde su asiento, como ahora no podía predecir nada, todo le parecía una inesperada sorpresa. El rubio rió.

–¿Qué te tiene tan pensativo? ¿Te preocupa que tu novia no vino contigo?

Al escuchar la palabra "novia" el muchacho tuvo un ligero rubor, recordando el abrazo que le había dado a su vecina antes de irse.

Sólo conduce –respondió.

Ella me gusta mucho para ti, sabes muy bien que a Teruhashi no la soporto –comentó eso último de la forma más despectiva posible con una sonrisa en su rostro.

Yare yare, ¿en serio odias tanto a Teruhashi-san?

Con todo mi ser –sonrió ampliamente.

El de cabello fucsia lo miró, su hermano mayor no le devolvió la mirada porque estaba conduciendo. Sabía que lo estaba molestando, pero se siente raro cuando las bromas no te molestan.

Mikoto por su parte, estaba escuchando algunas canciones desde su celular y tomando muchas fotos para subirla a sus redes sociales. Porque si hubiera escuchado el comentario del rubio, seguro que ella también le hubiera hechado leña al fuego. Saiki agradeció que por lo menos Kusuke sabía escoger el momento adecuado para molestarlo. 

La ojimorena por otro lado había curado sus pequeñas heridas y rasguños con la reparación celular, se dio una ducha y se puso una yukata que los sōhei le habían dado como obsequio

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La ojimorena por otro lado había curado sus pequeñas heridas y rasguños con la reparación celular, se dio una ducha y se puso una yukata que los sōhei le habían dado como obsequio. Mientras tanto, Reita la esperaba recostado en la cama de la habitación.

Llévame con los sōhei, estoy lista –anunció mientras salía del baño.

–Anika-chan, te ves muy radiante.

–¿En serio?

–¡Sí! Cómo si hubieras coqueteado.

Rápidamente se sonrojó.

–¡Con que has coqueteado!

–Reita, vámonos a ver los sōhei –mencionó mientras abría la puerta.

No Eres El Único. {Saiki K Ψ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora