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|La despedida|

Anika no pudo dormir en toda la noche, aprovechó esos momentos de insomnio para escribir algunas cartas y organizar su maleta, se llevaría sólo las cosas muy necesarias. Dejó la habitación en orden, preparó su carta de renuncia y, escondió su diario en un pequeño orificio oculto que había debajo de su colchón.

No quería llevar su pasado con ella, si había tomado la decisión de irse, era para realmente iniciar desde cero. Miró por su balcón y estaba empezando a aclarar la noche, faltaba poco para que amaneciera.

Para terminar de pasar el tiempo, tomó su guitarra y se acostó en su cama. Recordó una canción que había escuchado hace poco, la melodía de aquella canción empezó a fluir y, sus dedos parecían estar en perfecta sintonía con el instrumento. Tocó en un volúmen bajo para no despertar a los demás, cuando finalizó, dos lágrimas se resbalaron por sus mejillas... Las limpió rápidamente.

–Entiendo que... Hay cosas que nunca suceden. Oficialmente, me rindo contigo Kusuo –al cerrar sus ojos, sintió una brisa suave y fría recorrer su piel en ese mismo instante, giró su cabeza en dirección a la ventana. Ya había amanecido, su celular vibró y vio que era un mensaje de Nendo invitándola a desayunar.

Supuso que no sería problema, pasar un momento juntos antes de irse era lo más justo. Se alistó para pasar por el café a despedirse y a entregar su carta de renuncia. Luego, la joven bajó las escaleras y vio a su madre y hermana desayunando en el comedor.

–Buenos días, Anika –saludó Jun.

–Buenos días, hija. ¡Ven a desayunar! Estamos haciendo arepas con caraotas, tajadas, queso, como te gustan. Anda ven –la animó.

–Bueno... Sólo me comeré un poquito porque mis amigos me invitaron a desayunar dentro de un rato.

–No hay problema, cuando vuelvas si quieres te preparo más.

–Gracias –dijo sentándose en la mesa mientras su hermana le colocaba el plato con su desayuno– ¿No está envenenado o algo así?

Jun se volteó y le sacó el dedo medio.

–Que tierna te levantaste esta mañana –comentó sarcástica.

Su mamá rió ante la reacción de las hermanas, a pesar de lo que había pasado hace algunos días, el ambiente parecía un poquito más unido y libre de tensiones. Estaban todas en la mesa desayunando.

–Las invito al cine en la tarde, y después nos desviamos a cenar –anunció la hermana mayor.

–Yo no sé a qué hora pueda volver –comentó la ojimorena.

–No entiendo, dijiste que sólo te habían invitado a desayunar.

–Sí, pero siempre quieren ir a otros lugares, hace mucho que no nos reunimos todos. Pero si quieres, vayan tú y mamá.

Su hermana no pareció insistirle mucho, su madre le había recalcado que no la agobiaran después de lo de su incidente.
La castaña sintió un muy pero muy ligero remordimiento, al menos compartieron un momento de paz juntas antes de irse. Pensar eso la reconfortó de cierto modo.

Una vez terminó, recogió su plato, lo lavó y dejó todo en orden. Recogió sus cosas y se fue al café para presentarle la renuncia al jefe.

 Recogió sus cosas y se fue al café para presentarle la renuncia al jefe

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No Eres El Único. {Saiki K Ψ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora