El reino de Fénix y de Arabella han estado unidos por más de veinte años, el convenio qué hizo Agustus III fue suficiente para traer paz por un par de décadas, pero aquello no bastaban para generar confianza a un pueblo que exigía demasiado.
Es así...
🎵Toma el control de quien eres Cuando te ves al espejo Debajo de los cielos Veras un poco mas claro
Toma el control de quien eres Cuando el mundo se esta poniendo mas extraño Toma el control de quien eres Muéstrale a la gente de lo que esta hecho🎵
- Kodaline.
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Una mirada perspicaz mientras el pobre hombre se arrodillaba frente al rey, mientras suplicaba por su vida y por la de sus pequeños hijos, mientras todos los guardias leales miraban al frente intentado eliminar el escozor que se fundía desde dentro de su ser, era mejor estar de pie que ver lo que le depararía si osaba a decir algo más.
―Por favor, alteza. Necesitamos comida, nos estamos muriendo de hambre, las tierras no son fértiles, queremos... ―el rey alzó la mano para que dejara de hablar, el hombre solo sollozó lastimero, dejando que el frio mármol del piso sea una pequeña molestia en sus rodillas a comparación de lo que sentía sus en entrañas.
― ¿Qué te hace pensar que viniendo a mí las cosas cambiaran? ―James estaba sentado en su trono con el símbolo del reino de Fearton centellando bajo la luz de los candelabros.
―Majestad, por favor ―James se paró de golpe, se acercó y tomó los cabellos desaliñados y grasientos de aquel hombre, luego tiró con fuerza sacándole una mueca de dolor.
― ¿Quién te dijo que podías hablar? ―preguntó, el hombre aguantó un gemido― Haz faltado el respeto a tu rey y eso se paga con muerte ―el hombre se comenzó a retorcer como serpiente picada en su mismo veneno, aquel ser solo bufaba y decía cosas sin sentido pidiendo piedad, pero el rey era todo menos piadoso― Guardias corten su cabeza y póngala en la entrada como fiel recordatorio de lo que pasa cuando me faltan el respeto.
Los hombres en su mayoría Alfas solo movieron la cabeza, tomando al infeliz ser que estaba a punto de morir por solo haber pedido lo mejor para su familia.
― ¡No, por favor! ¡No alteza, no, mis hijos ellos se quedarán solos! ―James volvió a sentarse en el trono ignorando las suplicas de aquel hombre― ¡No...! ―las palabras murieron cuando el guardia le cercenó la cabeza, la sangre salpicó el mármol dejando una mancha oscura que sería difícil de borrar para la servidumbre.
―Lleven esa cosa apestosa de mi vista ―los guardias asintieron y salieron sin decir nada más.
Hasta que escuchó resonar un aplauso en cuanto la puerta fue abierta para alejar el cuerpo, el sonido hizo eco en todo el lugar, James bufó molesto, pero un poco interesado por lo que su hermanito bastardo traería para él.
―Me alegra saber que manejas el reino con autonomía y pasión ¡Pero querido! Si sigues matando a la gente y colgando cabezas, al final no te quedara nada ―Francis rio, entrado a pasos despacio hacia el trono de que su tan apreciado medio hermano.
