El reino de Fénix y de Arabella han estado unidos por más de veinte años, el convenio qué hizo Agustus III fue suficiente para traer paz por un par de décadas, pero aquello no bastaban para generar confianza a un pueblo que exigía demasiado.
Es así...
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Dos semanas después.
Harry no ha estado remotamente bien, y no era por las cosas que tuvo qué pasar.
El funeral de su madre fue melancólico, igual al que su padre, pero esta vez no lloró, no hizo nada, solo se ocultó bajo una capa de falsas sonrisas y de palabras reconfortantes. Como lo había aprendido en la guerra, ocultó su olor para que nadie supiera de su estado.
Incluso Louis.
Y no era como si las cosas se hubieran puesto peor, pero el omega optaba por ir todas las mañanas a cuidar a Liam, quien a pesar de estar mejor aún no podia moverse del todo. No culpaba al omega, si era sincero muchas veces escogió a Ethan en vez de Louis.
Se merecía eso.
―Joder ―dijo luego que un fuerte estornudo casi hacia que su cerebro se saliera de su cabeza. Ya podía oír a su médico ¿Está comiendo bien? ¿Está bebiendo suficiente agua? ¿Está durmiendo en lugares cálidos?
No, no y no.
Fénix era un cambiante de climas, esta vez el frio se colaba por las paredes del palacio pese a la chimenea prendida, a pesar que estaba cálido en sus aposentos, él temblaba sintiendo como el frio se colaba en sus huesos.
Probablemente tenía fiebre y eso sería malo, porque tendría que ir dentro de unas horas a revisar las fronteras y ver si nada inusual pasaba en ellas. Era lo que, hacia todos los días, eso y revisar papeleó.
Para el pueblo no era considerado algo anormal, luego del duelo se era sabido que los familiares cercanos no aparecerían en un buen tiempo. No presionaban a Harry ni a su esposo, Louis podía llegar y venir, nadie le decía nada.
Pasando un día dejaba en la habitación del omega una flor o algo que le dijera a Louis que el cortejo estaba empezando, pero el ojiazul a pesar de eso no llegaba a sus aposentos para decirle algo, solo sabía que se iba muy temprano en la mañana y regresaba tan cansado que a veces le llevaban la cena a su habitación.
Harry lo veía algunas veces en el desayuno, o en la noche cuando trataban de cenar juntos. La verdad era que el tiempo y sus ocupaciones no los dejaban en tranquilidad.
El omega era rebelde por nacimiento, no era como si se lo pudiera detenerlo. Para su suerte Louis había aceptado que un carruaje lo llevara y trajera para su bienestar. No le impedía ir donde Liam en ningún horario.
Mantenía a su esposo e hijo sanos porque era lo único que podía hacer ahora. Era lo único que Louis le permitiría después de pedirle tiempo, sin embargo, el tiempo le estaba constando caro y a medida que los días pasaban, Harry empezaba a perder la fe.
Y entendía a Louis, entendía cuanto dolor le hizo pasar y no iba a reclamar, si Louis no aceptaba ser su reina, no podría objeción.
Su pequeño había sido su vida en el pasado, hubiera querido mil veces no ir a la guerra, que ahora ver claramente las consecuencias de sus actos.
