Prólogo

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DE LA CRÓNICA AL CUENTO

LA PARÁBOLA DE JUAN PABLO



El oficio de escritor, en nuestra opinión - y asimismo en nuestra experiencia -, a diferencia del trabajo del poeta, tiene la prerrogativa que puede y suele abordar, realizar, transgredir, trascender o magnificar cualquier género literario o documental. Por otra parte, suele ocurrir que el poeta consagrado es ante todo y sobre todo sólo eso: Poeta, así, con capitulares mayúsculas. En cambio el escritor convicto y confeso lo mismo hace un boletín de prensa con absoluta despreocupación, que un ensayo, o se entrega en cuerpo, hambre y alma a construir una novela o, en un improntus distraído, es capaz de perpetrar un lindo poema con toda irresponsabilidad, aunque después asuma su culpa puliéndolo... y hasta firmándolo.


Esta reflexión acude puntual a propósito del escritor que nos ofrece estas páginas: Juan Pablo Picazo, a quien conocimos a través de algunos versos muy logrados, como esto que obligadamente quedó en la memoria: "La doncella es el amor sin cegueras, / desvirgada sonríe palomas...", cuando hace poco más de un lustro andaban, él y otros jóvenes autores, recopilando textos para la antología "Palabras pendientes", que se publicó con todos ellos en el '95. Simultáneamente Picazo hacía el periódico "El Cuexcomate" de la Dirección de Culturas Populares y escribía crónica, ensayo, periodismo, y toda la gama de textos en que se vierte y se actualiza el oficio del escritor.

Posiblemente de entonces datan las versiones iniciales que dan lugar a este libro, "Crónicas de la ciudad Tlahuica y otros cuentos", la serie de relatos de Juan Pablo Picazo que ahora tenemos la oportunidad de cursar y publicar, en la cual este autor de neta raigambre cuernavacense nos comparte su visión de la capital secular de los tlahuicas, cuya historia está presente, vigente, en sus callejuelas, en sus baldosas, en los templos y sus canteras, en las huertas enclaustradas en los traspatios de las casonas y en sus personajes, que sobreviven a la invasión clasemediera de los fuereños, que a la postre también pasan a formar parte de ese colorido y abigarrado mosaico que es, no obstante, ha sido y será, la "ciudad tlahuica" de la perenne primavera, antonomasia de nuestra entrañable Cuernavaca.

Necesariamente el texto, en el curso de su lectura, va procurando diversas reflexiones y así plantea dos propuestas notables y desde luego obvias: lo acontecido, que se rescata como la narración minuciosa de sucesos que ocurren en una localidad señalada, dentro de transcursos temporales definidos; sobre tales referencias el autor ya está en los territorios de la crónica, todo lo cual toma forma en la anécdota implícita que se desenvuelve en literatura, con adecuados recursos estilísticos, y redunda en un agradable producto estético. Apenas hace falta remarcar que la crónica, aparte de ser un instrumento historiográfico de primer orden, es también un género literario, en tanto que es narrativa, como el cuento o la novela, y toda vez que los linderos entre los géneros literarios tienden a desaparecer, tal como lo explica Roland Barthes, quien puntualiza: "...en el fondo no existen barreras ni diferencias entre los diversos tipos de producción literaria. Actualmente, se puede imaginar la producción de cualquier cosa, y sea lo que fuere recibirá el nombre de 'texto' ".

De esta forma los textos de Juan Pablo discurren de la crónica al cuento, sobre el tratamiento de figuras y situaciones tradicionales alternando bosquejos de la microhistoria con trazos de la ficción, que fermentan y alcanzan su plenitud en el detalle, en la minucia que de hecho informa y da sentido a la Literatura; así nos lo hizo evidente el notable maestro de la narrativa contemporánea Marcel Schwob cuando escribe en el prólogo a sus Vidas imaginarias: "El arte está en oposición con las ideas generales, no describe sino lo individual, no desea sino lo único." Y así lo ha hecho el autor de esta colección de breves relatos, a partir de un lenguaje que también rehuye lo formal y lo solemne para recrear una vivencia cabal - y brindarnos un grata lectura - de ese mundo tlahuica que aún reverbera en nuestro días.


Luis Francisco Acosta.

Crónicas de la ciudad TlahuicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora