07.

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Me siento relajado cuando estoy solo en casa. La soledad no me desespera tanto como solía hacerme antes y cada que vez que Minho no se encuentra en casa, aprovecho su ausencia al máximo y uso el tiempo para dedicarme a mí mismo.

Lo amo y amo pasar tiempo con él, pero ahora que vivimos juntos apenas puedo estar solo y me gusta estarlo. A veces salgo con la excusa de que tengo que hacer algo para poder pasar tiempo conmigo y no tenerlo a Minho encima siempre.

Me encuentro revisando unas revistas que Jungkook me regaló porque sabe que soy muy fanático de la moda, las tenía guardadas ya que compartimos el interés y dijo que ya no las utilizaba por lo que me las dio a mí. Agradezco que sea tan detallista conmigo, siempre lo fue.

Hablando de él, las cosas continuaron. Creo que se ha cumplido un mes desde que comenzamos a experimentar con él y mi esposo. Viene a casa, nos deshacemos de nuestras prendas de inmediato y tenemos sexo como animales mientras Minho mira, morboso. Ya me he acostumbrado a eso y debo admitir que aprendí a ignorar su presencia por completo.

Jungkook es muy bueno en la cama y funcionamos bien, me lleva al paraíso con sus manos y sus besos. Sé que es mutuo porque noto la manera desesperada y necesitada con la que se aferra a mi cuerpo. Presiona mi piel como si ansiaba fundirse en ella, clava sus uñas mientras me sostiene como si yo le perteneciera y, en cierto punto, siento que lo hago.

Recuerdo cuando teníamos quince años. Yo recién llegaba al instituto al que ellos dos asistían y fue Jungkook quien me recibió y ayudó a que consiga los libros y apuntes que necesitaba. Luego conocí a Minho y los tres nos hicimos amigos, a pesar de que yo tuve a mi grupo cercano con el que aún mantengo una linda amistad.

Estaba perdido por Jungkook y es un secreto que me llevaré la tumba. Cuando lo conocí me saludó con una sonrisa tierna que mostraba sus frenos, era un poco más alto que yo y cuando le dije que me gustaba el jazz me cantó una canción cuando yo lloraba porque había discutido con mi familia. Se había ganado mi corazón de inmediato y creí que era mutuo, pero nunca se dio nada.

Siempre intentaba salir con él, pero nunca mostró interés y terminé superándolo. Un año después de aceptar el hecho de que yo no le gustaba, Minho me invitó a salir y pronto caí rendido ante sus encantos. No me arrepiento, de verdad me gusta y lo amo.

La puerta de la entrada se abre y suspiro. Miro el reloj y marca las doce de la mañana. Me levanto y dejo la revista a un lado, bajo las escaleras pero un amargor se instala en mi garganta cuando lo veo tambalearse por la sala. Me acerco con cuidado.

—¿Amor? —murmuro y me mira. Cuando me encuentro a pocos metros puedo sentir el olor a alcohol que me eriza la piel.

—¡Ah, Taehyung! —exclama y se sienta en el sofá—. Tráeme un vaso con cerveza.

—No, no, estás muy ebrio.

—¿Eres tonto? No te estaba preguntando, te estoy exigiendo que me traigas un vaso con cerveza.

Muerdo mi labio inferior. Esto sucede desde hace meses, Minho ha comenzado a beber mucho y muchas noches a regresado a casa con litros de alcohol encima. Me entristece y es un tanto hiriente, pero hago lo posible por cuidarlo y que no haga nada tonto.

Sirvo jugo de manzana en un vaso y salgo de la cocina. Me acerco y lo bebe, pero frunce el ceño y arroja el vaso al suelo, haciendo que éste se quiebre en miles de pedazos. Cubro mi boca con sorpresa.

—¡No es cerveza! —se levanta y se acerca. Retrocedo.

—M-Minho, ve a dormir ¿Sí?

—¡Eres un idiota! —grita y sus palabras me queman.

You belong with me. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora