14.

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Oigo un fuerte portazo que hace que los latidos de mi corazón aceleren y me levanto de la cama de forma casi inmediata. Bajo las escaleras con lentitud mientras siento una presión en el pecho y la misma aumenta cuando veo a Minho tambalearse en la cocina.

Me mira y trago saliva. Se acerca con dificultad pues parece estar mareado y el olor a alcohol inunda mis fosas nasales y me genera náuseas.

—¡Tráeme una cerveza! —dice pero mi cuerpo no reacciona. Frunce el ceño— ¿¡Eres tonto!? ¡Vamos!

—N-no —susurro sin pensarlo, de forma impulsiva y abre su boca, indignado.

—¡¿Cuál es tu puto problema?!

—¡No me grites! —lo señalo— ¡No eres nadie para tratarme de esa manera!

—...

—¡No soy tonto, tú eres un idiota que no sabe lo que hace! ¡Nunca vuelvas a-!

Mis palabras son interrumpidas por su puño que se estrella contra mi cara. Un dolor intermitente envuelve a mi rostro y toco mi nariz, sintiendo la sangre chorrear de la misma. La angustia me abruma y pronto un terror impresionante me abraza. Levanto mi cabeza para mirarlo y nunca lució tan molesto.

—¡¿Quién te crees que eres, eh?! —me empuja y retrocedo, pero continúa acercándose.

—L-lo siento, amor, lo siento —lágrimas se deslizan por mis mejillas.

Me paralizo cuando choco contra la pared y me inmoviliza, apoyando su antebrazo sobre mi pecho. Presiona su mandíbula y mi cuerpo completo tiembla. Sostiene mi rostro con firmeza y eso me lastima, aprieta mi piel sin piedad y se acerca mucho a mí.

En sus ojos hay una mirada que desconozco por completo. Desprecio, furia, desesperación.

—Tú no eres nadie —espeta y trago saliva—. Vas a obedecer a lo que te digo ¿Está claro?

—No, Minho, no puedes tomar más...

Coloca su mano sobre mi cuello y el aire no llega a mis pulmones. Cierro mis ojos con fuerza e intento empujarlo, pero es mucho más poderoso que yo y consigue aprisionarme contra la pared.

Siento todo mi mundo yéndose abajo y no sé qué hacer.

—Amor —mi voz sale ahogada y mi corazón se rompe cada vez más.

Lo miro y se ve rojo del enojo. Me da un empujón más que logra generarme un gran dolor en la espalda y se dirige a la cocina. Caigo de rodillas al suelo y me abrazo a mí mismo, llorando desconsolado.

Me siento una basura y una parte de mí se culpa por lo sucedido. No debí responderle, debí hacerle caso a lo que me pedía sin chistar. Pero no, mi bocota me ha jugado en contra y tuve que enfrentar las consecuencias.

Me lo merezco, le he gritado y él está muy ebrio. Sé que no quiso hacerlo y que está muy arrepentido.

Me levanto con lentitud y me encierro en el baño. Miro mi reflejo en el espejo y noto una marca debajo de mi ojo. Él está usando anillos, por lo tanto me ha rasguñado un poco con ellos. Limpio mis lágrimas y me lavo la cara con agua del lavabo. Acomodo mi cabello y salgo, para luego ir a la cocina.

Se encuentra dormido sobre sus brazos, los cuales descansan en la mesa. Hay una lata de cerveza a su lado y se encuentra completamente vacía.

La tiro a la basura y lo levanto con cuidado. Se me hace difícil pero no imposible y lo llevo a la habitación de huéspedes ya que subir por las escaleras es mucho más complicado.

Lo acuesto en la cama y le quito el calzado, luego la remera y el pantalón. Dejo un beso en su frente y coloco sus prendas en un cesto de ropa sucia para mañana por la mañana lavarla.

No consigo pegar un ojo en toda la noche y lloro hasta que el canto de los pájaros indica que se ha hecho de día.

[...]

Siento sus brazos envolver mi cintura y un nudo se instala en mi garganta. Me doy la vuelta y veo su rostro, se encuentra con lágrimas en él y su expresión me explica que se encuentra devastado. Toma mi mano con cuidado y deja un beso en el dorso de la misma, para luego apoyarla sobre su mejilla.

—Amo tus manos —susurra y no tardo en comenzar a llorar, silencioso y ahogado—. N-no, no llores.

Me abraza y me aferro a su cuerpo. Deja leves caricias en mi cabello y, de vez en cuando, besos en mi cabeza. Sus manos recorren mi espalda y me siento sumamente desastroso. Miserable, así es como me siento.

Miserable.

—Lo siento mucho, amor, lo siento —murmura y me mira. Sostiene mi rostro entre sus manos y la única imagen que hay en mi cabeza es la de sus dedos envolviendo mi cuello con maldad.

—N-no.

—Tae, amor, lo lamento muchísimo. Estaba ebrio y había fumado, no pensaba en el momento. No era yo, te lo juro, ese tipo no era yo —suplica y lo miro. Muerdo mi labio inferior y niego con la cabeza.

—No quiero verte.

—Te amo, Taehyung. Eres el amor de mi vida, no quiero perderte. Te juro que nunca en la vida volverá a pasar, te juro que no volveré a tomar ni una gota de alcohol. Lo dejaré, lo dejaré por ti.

—¿E-en serio? —pregunto y asiente.

Sé que él me ama y sé que estando en su sano juicio no me haría daño, pero me siento muy herido y mi rostro aún me duele. No sé qué pensar, pero yo también lo amo y creo profundamente en que es la persona con la que debo estar. Siempre me ha cuidado y tal vez no deba ser malo con él. Todos cometemos errores.

—Lo juro, Taehyung, dejaré toda esa mierda por ti.

—No sé...

Minho es mi esposo, llevamos años de pareja y lo amo con todo mi ser. Sé que me necesita, sé que me ama y yo lo necesito de la misma manera. Creo en él y creo en que cumplirá su palabra.

Luce arrepentido y está jurando en que va a cambiar. Todos merecemos otra oportunidad y quiero dársela, porque lo apoyo y quiero que sepa que confío en él.

—Te amo. Te amo muchísimo, Taehyung. Eres mi vida entera, eres todo para mí, no me...

Me acerco y lo beso con suavidad. Entrelaza nuestros dedos y no me siento seguro a su lado, pero sé que debe ser algo del momento porque todo se encuentra tenso. Me separo levemente y sonríe, para luego besarme otra vez.

Minho es un ser humano como todos y él siempre me ha respetado y amado mucho. Debo darle esta oportunidad, debo creer en él y acompañarlo.

—Yo también te amo —digo y esbozo una sonrisa.

—Me encanta verte sonreír, Taehyung.

—¿Sí?

—Sí, tienes una sonrisa maravillosa.

—Gracias, tú también —apoyo mi cabeza en su pecho.

—Podemos dormir un poco más, es temprano aún —me abraza y no siento nada al respecto.

—Está bien.

—Descansa, amor, te amo.

—Yo igual...

Y no tardo en dormirme entre sus brazos.

Pero no lo hago de la manera en la que me gustaría, porque mi mente me juega en contra y termino soñando con Jungkook.

Esto es un descontrol.

You belong with me. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora