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Salgo de la escuela y tiro mi lata con gaseosa en el cesto de basura más cercano. Camino un par de cuadras y mi celular comienza a sonar, mi vientre cosquillea en cuanto veo el nombre en la pantalla y no tardo en contestar.

-Kook, hola -digo.

-¡Hey!

Han pasado unos días desde nuestra cita en el restaurante elegante que concluyó con un paseo en la playa. Fue una experiencia romántica y hace mucho que no salía de esa manera con alguien: Minho dejó de llevarme a citas una vez nos comprometimos y eso me entristecía bastante, pero no dejo que me siga afectando.

Tengo que admitir que se me hace sumamente difícil no pensar en todo lo que ha ocurrido durante tantos años. Ahora soy consciente de que la forma en la que mi esposo me trataba no era justa y nunca llegamos a ser del todo compatibles. Me siento mal por mi yo del pasado pero estoy intentando seguir adelante.

No es para nada sencillo. Amaba mucho a Minho y la desilusión me ha drenado toda la energía. Cuando comenzamos a salir no creí que iba a tener que oír palabras hirientes constantemente y que iba a tener que pasar largas noches llorando mientras lo que hacía me rompía el corazón.

Sin embargo, no puedo quedarme con eso para siempre. Es complicado, jodidamente costoso, pero tengo que avanzar. Soy una persona mejor ahora y las personas que me rodean me hacen sentir pleno.

-¿Ocurrió algo? -pregunto.

-Te extraño bastante, estuve muy ocupado con el trabajo.

-Estoy yendo a casa, me viene bien un poco de compañía... -sugiero y emite un sonido de aprobación.

-Genial, tomaré una ducha y voy para allá~ -tararea y oigo el chasquido de un beso-. Besos, adiós.

-Adiós.

Cuelgo y me doy cuenta de la sonrisa boba que decora mi rostro. Jungkook es una persona maravillosa y siempre ha sido un placer que sea parte de mi vida. Me gusta mucho, me hace sentir como ese chico adolescente que alguna vez fui que también estaba loco por él.

Finalmente llego a mi casa y entro. Dejo mi abrigo junto a mi calzado y comienzo a asearme un poco. Me duché antes de salir a trabajar pero han pasado algunas horas y quiero lucir lo más lindo posible para él. Me maquillo un poco y peino mi cabello de una manera en la que él me ha hecho saber que le gusta.

No tarda mucho en tocar el timbre y abro la puerta de inmediato. Sonríe y me derrito de la ternura. Deja un beso suave en mi mejilla y se adentra a mi hogar, deshaciéndose de sus zapatos.

-Qué bueno verte -dice y ambos nos acomodamos en el sofá. Separa sus piernas y puedo ver los músculos de las mismas debido a que el short que usa las deja un poco al descubierto.

-Sí -me acuesto sobre su pecho y sus dedos recorren mi espalda, luego se meten entre los mechones de mi cabello y cierro mis ojos cuando me siento relajado por su tacto divino- ¿Cómo te fue en el hospital?

-Bien, hemos tenido mucha suerte ¿Y en la escuela te fue bien?

-Afortunadamente, sí. El año ya casi termina y ya no voy a verlos -suspiro.

-Es difícil no quererlos ¿Verdad?

-Exactamente. Se ganaron mi cariño y es conmovedor verlos crecer tanto. No sé qué haré cuando tenga uno mío, no creo que pueda aguantar las lágrimas -sonrío y levanto mi mirada para verlo, imita el gesto y hace contacto visual conmigo. Se ve bonito.

-Entiendo ¿Cuántos hijos quieres tener?

-¡Muchísimos! Quiero todo un ejército de mini-Taehyungs.

You belong with me. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora