14 | MENSAJE PARA EL DARKHOLD

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Llegó la noticia de Villa Topo de que los salvajes habían atacado, destruyendo todo a la vista y asesinando sin piedad. Sam estaba, indescriptiblemente, angustiado, porque había enviado a Gilly allí para su propia protección y ahora sentía que su muerte había sido culpa suya. Todavía no habían recibido noticias de ella afirmando que estaba viva, por lo que Sam estaba cayendo en una espiral constante hacia un pozo de culpa furiosa.

—Nunca debí dejarla allí —dijo Sam.

—No podrías haberlo sabido —respondió Jon.

—Claro que podría haberlo sabido —dijo Sam—. Han estado asaltando las aldeas cercanas.

—Y nos escondemos aquí como cobardes mientras matan a nuestros hermanos —espetó Grenn.

—Nuestros hermanos tenían órdenes de quedarse en Castle Black —respondió Edd.

—Ah, ¿entonces está bien que Black Jack, Kegs y Mully sean cortados en pedazos porque rompieron las reglas? —preguntó Grenn.

—No dije que estaba bien —dijo Edd—. Estoy diciendo que no deberían haber estado allí.

—Prometimos proteger los reinos de los hombres —le recordó Grenn.

—Está muerta por mi culpa —murmuró Sam.

—Ni siquiera podemos proteger Villa Topo —continuó Grenn.

—No podemos ir tras ellos —espetó Jon—. Lo sabes. Es lo que quieren.

—Y el pequeño Sam —dijo Sam—. Es como si yo mismo les hubiera cortado la garganta.

—Quizás se las arregló para esconderse —sugirió Pyp—. Pensé que todos ustedes estaban muertos. Se fueron al norte con Mormont y nadie volvió. Por una eternidad. Pero luego volvieron.

—Sobrevivió a Craster —dijo Edd—. Y él era la peor mierda que conocí en mi vida. Sobrevivió la larga caminata hacia el Muro. Sobrevivió al ataque de un Caminante Blanco, por todos los Dioses. Quizá logró escapar.

—Puede ser —dijo Sam.

—Si atacaron Villa Topo, nosotros somos los siguientes —dijo Jon—. Mance y su ejército deben estar cerca.

—Cien mil de ellos —dijo Alayna en voz baja.

—¿Y cuántos quedamos, 105 de los nuestros? —dijo Grenn.

—¿Estás contando a Black Jack, Kegs y Mully? —preguntó Edd—. 102.

—¿Cómo detienen 102 hombres a cien mil? —preguntó Pyp.

—Quien muera último, sea un buen muchacho y queme al resto de nosotros —pidió Edd—. Una vez que me vaya de este mundo, no quiero regresar.

—Podríamos enviarle un mensaje al Darkhold —sugirió Alden—. Quizás Aidan podría enviarnos más hombres.

—No podemos pedirle eso —dijo Jon—. Tiene otros problemas de los que preocuparse.

—Si el ejército salvaje atraviesa el Muro, su próxima parada después de esos pueblos periféricos es el Darkhold —dijo Alyana—. Joanna está ahí, Jon.

—¿Quién es Joanna? —preguntó Grenn.

—Una amiga —respondió Alden, volviéndose hacia Jon—. Thorne ni siquiera tiene que saberlo, pero necesitamos hombres si queremos tener alguna posibilidad de detener al ejército de Mance. Cien hombres no son rival para cien mil, incluso con el Muro.

Jon suspiró, sus ojos encontraron los de Alayna—. ¿Crees que puede prescindir de unos hombres?

—Sí —respondió Alayna.

BLACK BLOOD | Jon SnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora