BLACK BLOOD | Jon Snow

29 | SANSA Y JOANNA

Villa Topo fue solo una parada en su viaje. Cuando hicieron un trueque de caballos con uno de los hombres locales, él solo les ofreció uno. Se acercaba el invierno y los animales escaseaban por esos lugares, así que tomaron lo que pudieron y continuaron su viaje.

Su casa parecía la mejor opción, y mientras Alayna y Alden cabalgaban por el sendero que los llevaría al Darkhold, permanecieron en silencio. Alayna estaba pensando, quizás un pasatiempo peligroso dado todo lo que había sucedido, pero su mente estaba tan viva que apenas podía seguir el ritmo de sus pensamientos. Solo había uno que ella tenía claro como el día:

Jon Snow estaba muerto.

Había sido traicionado por personas en las que pensaba que podía confiar, todo por intentar hacer lo correcto. En parte, Alliser Thorne tenía razón; el buen corazón de Jon hizo que lo mataran.

Alayna se sentó detrás de su hermano en el lomo del caballo por el que cambiaron, con la frente pegada a su espalda, deseando que las cosas hubieran sido diferentes.

Acababa de decirle a Jon Snow que lo amaba; recién había aceptado el hecho de que él había sido con quien estaba destinada a estar. No solo Jon estaba muerto, sino que ella había muerto con él. Una parte de ella había muerto ese día, de luto primero por la pérdida de Joanna y ahora por la pérdida de Jon.

Cuando el Darkhold apareció a la vista, cubierto con una gruesa capa de nieve, Alayna se bajó del caballo y caminó el resto del camino hasta las puertas. Cuando las alcanzó, se abrieron de inmediato, entraron al castillo y se quitaron las capas. Hacía frío, pero Alayna no quería tener nada más que ver con la Guardia de la Noche, por lo que su capa se descartó en la entrada y se la dejó a otra persona.

Asher los recibió en un pasillo, con el rostro consagrado y el corazón roto. Por supuesto, debía haber oído hablar de la derrota de Stannis y pensó que Joanna estaba muerta. Cuando vio a sus hermanos menores caminando por el pasillo, se detuvo.

—¿Alayna? —preguntó Asher—. ¿Alden? ¿Qué están haciendo aquí?

—No tenemos adónde ir —respondió Alden—. La Guardia de la Noche traicionó a Jon Snow.

—Está muerto —dijo Alayna, con la voz ronca—. Jon Snow está muerto.

La expresión de Asher se desmoronó y abrazó a su hermana—. Lo siento mucho, Alayna.

—¿Cómo está Aidan? —preguntó Alden—. ¿Y el bebé?

—Están bien —dijo Asher—. Se alegrarán de que estén aquí. Están en la sala del consejo.

Alayna corrió hacia la sala del consejo, donde sabía que estaría su hermano, y cuando irrumpió por la puerta y lo vio sosteniendo a Robb en sus brazos, dejó escapar un sollozo. Aidan se sobresaltó por la interrupción y se giró para ver a su hermana caminando hacia ellos, tapándose la boca con la mano.

—¿Alayna? —preguntó Aidan—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Robb —dijo Alayna suavemente—. Necesito ver a Robb.

Aidan le entregó con cuidado al pequeño Robb a Alayna, quien tomó al niño en sus brazos. Ahora era mayor, ya no era el pequeño niño frágil que una vez había sido. Estaba creciendo, y mientras la abrazaba y reía sin saber qué estaba pasando, Alayna lo abrazó con fuerza. Ella lo acunó como si fuera tan frágil como una flor, y sus pequeños ojos encontraron los de ella, tan marrones y que le recordaban tanto a su padre.

Sintió una lágrima correr por su mejilla cuando rozó suavemente con sus dedos la mejilla del niño y él levantó su propia mano hacia la de ella.