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La mañana siguiente al Baile estuvo muy linda, y por supuesto tranquila en casa de las Featherington, Penelope se levantó temprano para ir a la iglesia y dejar ahí su escrito con lo que diría Lady Whistledown en su columna aquel día sobre el baile de Lady Danbury. Después de los confusos incidentes de la temporada anterior para hacer llegar sus escritos a la imprenta, esta vez los dejaba en una iglesia en un asiento a convenir donde luego lo iba a retirar el editor. El día de hoy Lady Whistledown escribiría sobre como Francesca Bridgerton el diamante de la temporada llamó la atención de numerosos caballeros, la llegada de Colin y los nuevos recién llegados a la ciudad. Luego de dejar los escritos regreso a su casa justo para tomar el desayuno y luego sentarse en el sofá junto a su familia.

-¡La entrada de la casa Bridgerton es un caos Lady Featherington! -Anunció la señora Briarly mientras Penelope se dedicaba al bordado.

-Eso era algo de esperar señora Briarly, Francesca Bridgerton estuvo muy hermosa la noche anterior en el baile de Lady Danbury, casi todos los caballeros le pedían un baile. -Se resigno a decir Portia.

-Es cierto, los únicos que no bailaron con ella fueron sus hermanos y los caballeros ya casados.   -Dijo Prudence mientras se abanicaba. -Ya ni se por qué nos esforzamos tanto anoche, no conseguimos llamar la atención de nadie.

-No te desanimes Prudence, siempre puede aparecer algún joven que quiera cortejarlas, recuerda que a Philipa también le costó al principio y mira que bien esta ahora la señora Finch.

-Puede que tengas razón mamá pero ella se caso la temporada pasada, esta ya es nuestro tercer año, ¿Y por cierto cuando dijo Philippa que llegaría? -Pregunto Prudence a su hermana.- ¿Qué decía la carta Penelope?

-Llegará hoy por la noche y estará con nosotras durante toda la temporada social. -Contestó.

-Ha llegado un carruaje a la puerta de la casa señora.- Anunció Briarly desde la ventana.

-Debe de ser para la señorita Bridgerton, de seguro no había más espacio donde dejar el carruaje. -Exclamo Portia.

En ese momento el mayordomo se presentó en la sala y anunció que tenía una carta para la señorita Penelope Featherington de parte de Lady Danbury. Penelope leyó la carta.

-¿Que dice Penelope? -Consulto su madre.

-Dice que me invita a visitarla a su casa esta mañana y que puedo ir en su carruaje.

-¿Y para que te invita Lady Danbury? -Pregunto su madre.

-No lo dice, ¿Puedo ir mamá?

-Si, seguro que no sería nada educado prohibirte ir.

-¿Puedo ir yo también mamá? -Pregunto Prudence.

-Acá menciona que solo es una invitación para mi. - Se apresuró a agregar Penelope.

Y dicho eso se dispuso a salir de la casa y subir al carruaje que había enviado Lady Danbury para visitarla. No se imaginaba por qué deseaba la condesa que ella la visitará y que le dijera al chófer del Carruaje que la esperará.

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Llegar a casa de Lady Danbury de día era un mundo nuevo para Penelope, era una casa muy bonita y adornada con un toque muy femenino. Lady Danbury tenía un muy buen gusto concluyó Penelope.

-Me complace que aceptara mi invitación señorita Featherington. -Le sonrió Lady Danbury al entrar a su salón golpeando el piso con el bastón y seguida por Madame Delacroix.

-Y a mi me complace su invitación Lady Danbury. -Le sonrió igualmente Penelope. -Y es un gusto verla nuevamente Madame Delacroix.

-También para mi señorita Featherington. -Le contesto la modista.

-Bien, como bien se es sabido no me gusta andar con rodeos señorita Featherington, la he llamado porque me he quedado pensando en nuestra conversación de anoche, y he decidió ayudarla. -Dijo la condesa

-¿Cómo dice?

-Niña pensé que se entendía claramente, usted quiere conseguir un marido esta temporada, y esta claro que necesita ayuda para eso, pero no de la que ha tenido en las temporadas pasadas, el criterio de su madre no es el mejor, si usted me entiende.

-Eso lo entiendo Lady Danbury, es solo que ¿ por qué lo hace?

-Tomen asiento por favor ambas. -Dijo Lady Danbury mientras le indicaba a Madame Delacroix y a Penelope los asientos. -Usted señorita Featherington, me recuerda a mi.

-¿Yo?. -Penelope se quedó perpleja, no comprendía en que podría recordarle ella a Lady Danbury

-Si, usted señorita Featherington, la he observado durante estas temporadas y al igual que yo le cuesta trabajo encajar en la sociedad pero no tiene miedo de hablar claro, aunque por supuesto le falta confiar en usted misma. Y para eso estoy yo que la ayudare. Si un marido es lo que quiere yo la guiare para encontrar el caballero indicado para usted. -Sonrió amablemente la condesa. -Y por eso le he pedido a Madame Delacroix que traiga algunos vestidos, ella ya conoce sus medidas porque lleva años confeccionando vestidos para usted y había estado trabajando en algunos con colores que por supuesto le sentarán mejor que los amarillos que suele usar.

En ese momento Madame Delacroix se levanta y enseña un hermoso vestido de terciopelo azul oscuro con brillos, era un vestido de noche hermoso.

-Este vestido era para una joven que al final se decidió por otro tono, supongo que el destino quería que lo usará usted señorita Penelope. Y además usted me había mencionado que pensaba que en azules y verdes se vería mejor. -Mencionó Madame Delacroix

-Bueno niña ¿Qué esperas?, quiero verte con ese vestido ahora mismo. -Anunció Lady Danbury.

Penelope permaneció un buen tiempo contemplándose en el espejo de la habitación de invitados de Lady Danbury, el color azul le quedaba hermoso con su tono de piel, ojos y cabello, ella se veía y se sentía hermosa. Para cuando salió de la habitación haciendo un suave sonido con los tacones provocó que Lady Danbury y Madame Delacroix la miraran boquiabiertos, su reacción lo fue todo, porque ellas también la veían hermosa.

-Bien, esta decidido señorita Featherington, su guardarropa debe de cambiar por completo por los colores que le sienten mejor, si usted piensa que en azul se ve bien, debe vestir esos colores y confiar en usted misma -Dijo Lady Danbury. -Pero eso no es suficiente, usted debe de lucir el vestido, usted señorita Featherington debe de mostrarse al mundo tal y como es, sin miedos. Debe ser quien es para que todos la vean y la conozcan, para que se sorprendan tanto o más que nosotras cuando la vimos salir recién de esa habitación.

Penelope juraría que podría llorar en ese momento, sentía que volvía a nacer, que la Penelope de la noche anterior era distinta a quien ahora estaba en el salón de Lady Danbury, y eso le hacía sentirse cómoda por primera vez con ella misma.

Un marido para Penelope FeatheringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora