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capítulo dieciséis ✦
la nota de marcoh.

—¡Por fin llegamos a Central! — exclamó con alegría, estirándose

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—¡Por fin llegamos a Central! — exclamó con alegría, estirándose. Ella imitaba su acción, en silencio. — ¡Muy bien, vayamos a la primera sección!

Y se dispuso a correr.

—¡Espera, hermano!

—¡No hace falta que corran tanto!

—¡Exacto! La biblioteca no se irá a ningún lado. — pasó sus brazos por detrás de su cabeza mientras empezaba a caminar, sonriente.

—¡Por primera vez tenemos una pista de verdad! ¡No puedo estar tranquilo! — miraba a la joven mientras caminaba de espaldas, haciendo aspavientos, intentando demostrar su punto.

Dejó de caminar, frunciendo levemente el ceño. El rubio notó esto y miró al frente.

—¡Mayor Armstrong, hemos venido a recogerle!

Una mujer de pelo corto negro con un lunar bajo su ojo izquierdo, al lado de otro hombre también rubio. Ambos llevaban puesto su uniforme militar azul.

—Buen trabajo. — Armstrong subió su mano y la posó sobre su cien, bajándola a los pocos segundos. — Yo tengo que ir al Cuartel General. A partir de ahora, ellos los escoltarán.

—Soy la teniente Maria Ross. — se presentó la peli-negra.

—Yo soy el sargento Denny Brosh. Alquimista de Acero, es un honor poder hacer este trabajo, señor. — dijeron al unísono, mirando únicamente a Alphonse. — Su apodo ahora tiene más sentido, le viene como anillo al dedo.

Por otro lado, Edward estaba hincado en el suelo, abrazando sus piernas. Tenía un aura depresiva a su alrededor.

—Ya me estoy acostumbrando...

—¿Eh? ¿Entonces este tan bajito es...? — Edward lo miró con una sonrisa psicótica, a punto de enloquecer. — ¡No, lo siento..! Solamente no esperaba que fuese un niño.

—¡Está bien, ya! — se puso de pie, tomando nuevamente su maleta. — ¡Mayor, no necesito ningún guardaespaldas! Alphonse y yo sabemos cuidarnos.

—No me importa que vayan ustedes solos, pero...

—Nos han informado de que Scar está aquí, en Ciudad Central. — dijo Ross. No hubo reacción de su parte, simplemente bajó la mirada con la misma expresión que tuvo todo ese rato. Edward miró con atención a los mayores, y luego disimuladamente a la castaña. — Es por eso, tendrán que aguantarse un poco.

Él aún no olvidaba que le había hecho una promesa. Una tercera, más bien.

—Alquimista de Acero, señor... nosotros nos encargaremos.

✓ ALCHEMY, edward elric.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora