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capítulo siete ✦
la piedra filosofal.

Tenía un abrigo militar sobre sus hombros, era el de la mujer rubia

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Tenía un abrigo militar sobre sus hombros, era el de la mujer rubia. Se llamaba Hawkeye, resultó ser muy amable con ella. Estaba enloqueciendo, en verdad lo estaba haciendo. Susurraba «lo siento» repetidas veces, meciéndose y jalándose el cabello. Inclusive, varias veces en ese mismo rato se dijo a sí misma que era una maniática y que probablemente estaba teniendo un episodio de esquizofrenia.

No, en vez de eso, había sufrido un ataque de ansiedad. Le ardían los pulmones, cada respiro dolía, sus ojos estaban calientes y sentía que acababa de morir algo de lo que nunca se iba a recuperar.

Los militares y los hermanos la miraban con pena. Claro, Mustang no era uno de ellos. Ni en un millón de años, y lo sabía.

Debido a sus conexiones con el ejército, los Elric habían logrando que ____ no posara un pie en esa correccional, cosa que la joven aún no sabía. Apenas habían pegado ojo en toda la anoche, el estar cuestionándose qué era la alquimia en la que tanto creían les quitó aún más el sueño. Entraron a la habitación, solamente para ver cómo estaba, aunque ni ellos estuvieran de humor para tratar de animarla.

—¿Estás bien? — preguntó Alphonse, tanteando el terreno.

—¿Que si estoy bien? Claro, mejor que nunca. — respondió con sarcasmo, jalándose el cabello nuevamente.

Después de una hora de verla hacer eso, ya sabían que eso era normal.

—Deja de hacer eso, por favor. — Edward le pidió, o más bien, le exigió.

Ella lo ignoró, continuando. Edward, al hartarse, tomó sus manos fuertemente para que se detuviera.

—¡No me toques! — chilló, abrazándose a sí misma.

Edward entendía el porqué de su exalto, pero en ese momento no le importó. Se sentó en la silla, molesto.

—Mira, no vamos a obligarte a que nos digas nada, ¿ok? — confortó Alphonse, dejando un poco de lado lo que sucedió segundos atrás.

Ella asintió, sin decir nada.

—Fue mi culpa, ¿cierto? — sonó como una pregunta, pero en realidad no lo fue. Antes de que alguno de los Elric contestase, ella volvió a hablar. — Fue mi culpa, ¿verdad? Sí, fue mi culpa, fue mi culpa, fue mi culpa. — empezó a decir repetidas veces, colapsando nuevamente.

—Mierda, ¿por qué nunca dijiste nada? — Edward se acercó y la abrazó nuevamente, queriendo consolarla aunque no le ayudara en nada. — Pudimos ayudarlas, a ambas.

Tucker dijo que odiaba a los niños perceptivos como él. ____ lo era también. ¿Eso significaba que odiaba a su propia hija por descubrir en las andadas en las que se encontraba? Muy probablemente.

✓ ALCHEMY, edward elric.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora