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capítulo treinta y ocho ✦
a veces, hay cosas que no deben ser reveladas.

Aquella gitana que veía el futuro se llamaba Noah

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Aquella gitana que veía el futuro se llamaba Noah. Nunca hubiera sabido su nombre de no ser "perseguida" por unos hombres a las que había sido vendida. Ahora, mientras ella se escondía, se quedaba en casa de los Elric. Aquel sería uno de los días recurrentes en los que los visitaría, así que probablemente la vería ahí.

—____, ¿qué haces?

—Me peino... — respondió distraídamente mientras cepillaba su castaño cabello. — ¿Qué piensas hacer hoy?

—¡Jugar! — ella sonrió.

Aún era muy pequeña para ir a la escuela, así que todos los días se dedicaba a jugar y jugar hasta el cansancio.

—Espero que te diviertas hoy. — dejó el peine sobre su espejo. Se dio la vuelta y se arrodilló frente a ella. — Te quiero mucho, Nina.

—Y yo a ti, hermana mayor. — ambas sonrieron. ____ le dio un beso en la frente y se levantó.

—Ven, sal de aquí. — ella obedeció y fue directo a su habitación para seguir con su diversión de niña. La sonrisa de la castaña mayor creció mientras negaba con la cabeza. No eran como las hermanas que se odiaban, de hecho no lograban entender cómo habían personas así. Se adoraban mutuamente, y prácticamente no podrían vivir sin la otra. Bajó por la escaleras, viendo a su progenitor sentado en la mesa, desayunando mientras leía el periódico. — Papá, ¿puedo salir? — preguntó llegando a su lado.

—¿Vas a ir a visitar a esos chicos rubios?

Además de que eran sus únicos amigos, siempre solía peinarse de sobre manera cuando iba a verlos. Era algo raro, de hecho. Lo era más para la menor de las hermanas, quien molestaba a la mayor con que estaba enamorada de Edward.

Y, bueno, no es que estuviera muy equivocada.

—Sí, ¿puedo? — preguntó con una sonrisa adorable.

—No me hables lindo para que te deje ir. — ella bufó mientras se cruzaba de brazos, esperando una respuesta. El hombre de escaso cabello café pareció pensárselo. — Está bien. — accedió.

—¡Gracias! — rápidamente tomó su bolsa, la cual estaba en el perchero, y se dirigió a la salida.

—¡Oye, no desayunaste! — llamó su atención.

—¡Voy a comer allá! — respondió apurada.

—¡De acuerdo! Algún día deberíamos regalarles algo por darte comida. — opinó.

—¡Sí, claro! — y salió de su hogar.

De hecho, se tenían tanta confianza que ni siquiera les pedía comida, simplemente la tomaba. Así que, sí, técnicamente era su amiga vagabunda que de vez en cuando iba a su casa y les robaba sus alimentos.

Paseó tranquilamente por las calles de Múnich, en Alemania. Era ciertamente parecido a Londres, pero no lo era. En lo absoluto.

Sus casas no estaban muy lejos, así que no tardó mucho en llegar. Antes de que tocara la puerta de su hogar, alcanzó a escuchar a Al hablar.

—Además, en verdad me alegra. Edward está mostrando interés por una mujer que no es ____, y eso es muy raro. Siempre se muestra indiferente ante los demás... y nunca se involucra demasiado con la gente. — se sorprendió de manera absurda por sus palabras. ¿En verdad era tan especial para él? Sí, era ciertamente mala con Edward, pero todo eso era en plan de broma. También era especial para ella. — No para de hablar de otro mundo.

—¿Otro... mundo? — escuchó la voz de Noah.

—Sí.

En ese momento pensó que ya era demasiado husmeo, y que era hora de entrar. Tocó tres veces la puerta con los nudillos y la abrió.

—¡Hola! — ladeó su mano, yendo directamente hacia la cocina.

Se encontraban Al y Noah conversando en la mesa.

—¿Hola...? — saludó extrañado. — ¿Por qué siempre vienes a robarte nuestra comida?

Salió de la cocina con una manzana verde en mano. — Porque no desayuné hoy, y como me quieren mucho, me van a regalar esta manzana. — sacudió un poco la fruta, enseñándosela.

Suspiró pesadamente. — Está bien, me la debes.

—Gracias.

—...bueno, las veo luego. ¡Tengo que ir ocuparme de nuestra propia fábrica! — habló con emoción, levantándose para tomar su saco café.

—¡Adiós! — y se fue. Tenía ganas de subir a ver an Edward, para... no lo sabía, que le contase algo de su pueblo llamado "Resembool", no lo sabía. Pero cayó en cuenta de que aún no se había presentado con la gitana, y no era educado dejarlo así como así. — Hola... tú debes ser Noah, ¿cierto? — ella asintió. — Me llamo ____ Schmidt, es un gusto.

Se presentó amablemente, extendiendo su mano. La morena la tomó y le dio un apretón amigable. Pero segundos después notó que no la soltaba, y que tenía sus ojos cerrados. Ahí se dio cuenta de que probablemente estaba haciendo uso de su clarividencia. Eso la hizo sentirse un poco incómoda.

Abrió los ojos a los segundos, finalmente soltándola.

—¿Tu madre no te quería...?

Eso la tomó por sorpresa. Tragó saliva con notable nerviosismo.

—¿Qué? No es... sí, pero no es algo importante para mí. — mintió. — Eh... tengo que irme. Fue un gusto conocerte, Noah. — le sonrió mientras intentaba huir. Abrió la puerta y la cerró detrás de sí.

Suspiró pesadamente. Abrió sus ojos, mirando directamente al suelo. Aquella etapa de su vida era algo que prefería olvidar, y no le gustaba que le hablaran y/o preguntaran sobre ello. A Noah se lo perdonaba, ya que muy seguramente no sabía cómo preguntarle ese tipo de cosas a alguien. Nadie sabía, era muy raro que alguien supiese como hacerlo.

Era humana, pero a veces deseaba no serlo.

✓ ALCHEMY, edward elric.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora