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capítulo treinta y seis ✦
una copia.

Su trasero chocó contra el escritorio, aprovechó esos escasos segundos para recuperar el aliento mientras el contrario volvía a besarla

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Su trasero chocó contra el escritorio, aprovechó esos escasos segundos para recuperar el aliento mientras el contrario volvía a besarla. Sus labios chocaban entre sí con fascinación, mientras que enredaba sus piernas en su cintura.

Edward Elric y ____ Schmidt se estaban besando. Sus fuertes y varoniles manos tomaban firmemente sus delicadas mejillas sonrojadas, el éxtasis recorría sus cuerpos por completo.

Pero, además de eso, también sentía culpa. Mucha, de hecho.

Esa ____ no era su ____ en verdad. Era una muy buena amiga de Alphonse Heiderich, casi su hermana del alma.

Pero Edward tenía que admitirlo. Sus besos, su boca, incluso sus caricias lo tentaban. Pero él le era fiel a ____, a la verdadera ____. Porque al fin y al cabo sabía que ella estaba haciendo lo mismo con él.

Ya se olía que aquello no iba a terminar en simples besos. Estaba duro. Era lo que quería evitar.

—No, basta... — él se separó, girando su cuerpo para sentarse en la cama.

Solo quedó la castaña algo atontada, con sus piernas abiertas por el espacio vacío que el contrario dejó. Se reincorporó rápidamente.

—¿"No" qué? — segundos después cayó en cuenta de lo que realmente quería decirle. Ahí iban de nuevo. — ¡Carajo, Edward! ¡Siempre que nos besamos terminas diciéndome que solo somos amigos y me alejas! ¡Solo estás pensando en ti, ni siquiera piensas como me siento yo! — explotó, alzando la voz.

No le gustaba que ella explotara así.

—¡Lo siento, pero no puedo dejar de pensar en ella!

—¡Entonces...! ¡¿Por qué siempre terminamos en tu habitación?! — eso lo dejó sin palabras. De seguro parecía un estúpido. Ella asintió con una falsa sonrisa, bajándose del mueble. — Púdrete, Edward.

Estampó la puerta cuando salió de la habitación. El susodicho suspiró pesadamente mientras restregaba sus manos en su rostro con cansancio.

Todo era su culpa...

Su culpa...

Y de repente, sus ojos se abrieron lo más que pudieron, sorpresa era lo único que se reflejaba en esos ojos dorados, y los jadeos que salían de su boca sin parar no ayudaban. Todo había sido un sueño, nada de eso había sucedido en verdad.

No. Había sido una pesadilla. Aquello era algo muy mínimo, pero no quería dañar a nadie, definitivamente era lo que menos quería. Pero que de por sí lo soñara era muy extraño.

Al bajar la mirada, descubrió que su miembro estaba duro. Se maldijo por pensar en ____ de esa manera tan lasciva y sucia. Ansiaba sus besos tanto como la extrañaba. Comenzó a bajarse el short de pijama, su pulso era tembloroso. Envolvió su mano en su miembro y comenzó a tocarse.

✓ ALCHEMY, edward elric.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora