Capítulo 2: Westeros

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(AHORA

dragonstone 



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EL CARACTERISTICO SONIDO QUE HACIA UN DRAGÓN ROMPIENDO EL SILENCIO DEL CIELO llevo a Rhaenella a elevar la mirada hacia su familia. Las escamas doradas de Aera resplandeciendo con el sol hacían un contraste perfecto con la inmensidad y oscuridad de Rhaegor. ──Y pensar que casi me quedo sin cabeza cuando fuiste por el. ── Legolas a su lado, como siempre. 

Rhaenella sonrió pero se detuvo abruptamente cuando la herida en su cara le ardió. Su mano noto esto casi al instante. ──¿Esta bien? ── pregunto. La Targaryen asintió para dejar que las yemas de sus dedos tocaran con delicadez la rugosidad de la línea que cubría parte de su frente y mejilla izquierdas. Por poco el filo de esa espada no había tocado su ojo. 

──Solo arde. 

──Debería descansar. 

Los ojos violetas de la joven mujer le miraron por unos segundos con aquel brillo de diversión del cual solían rebosar cuando era más pequeña y Legolas no pudo evitar pensar en cuanto había cambiado en esos años. Sonreía con escasas personas, siempre con su armadura lista y la espada en su mano dispuesta a defender lo que consideraba suyo. A veces le resquebrajaba la razón pensar que aquella chiquilla que corría en busca de un dragón perdido había muerto hacia tiempo en conjunto con sus aventuras, los vestidos coloridos de seda fría y las expresiones risueñas. Sus facciones se habían endurecido, su expresión había adquirido una reciente herida de la cual, quedaría cicatriz pero a pesar de eso  su espíritu seguía teniendo ese fuego propio de un dragón. ──No quiero. ──expreso volviendo su mirada al frente. El vaivén del baro le estaba haciendo sentir enferma desde hacia kilómetros atrás. ──Además ya puedo ver tierra. 

Rocadragón se volvía más imponente pese a que seguían estando a kilómetros. Rhaenella supo que algo andaba mal con ella en aquel instante. Estaba por pisar su tierra, la tierra de su familia que se encontraba repleta de dragones...de otros de su sangre. Ya no seria el único cabello blanco diferenciándose de otros, ni la única en portar el blasón de su casa en el pecho. Todos iban a vestir de negro y rojo. Pero pese a todas esas cosas que había soñado de niña como cenar con su hermana o pasear por las ciudades, no estaba emocionada. E incluso antes de pisar la arena de la playa, podia sentir añoranza por volver a casa. 

STORM OF DRAGONS |  house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora