CUANDO EL SOL ADORNO LA FORTALEZA ROJA DE NUEVO, otro día tuvo lugar. La servidumbre se movía a trajeada por los pasillos como siempre, llevando y trayendo comidas, utensilios, y todo lo que pudiera necesitar la realeza que alli habitaba. Rhaenella llevaba tiempo apreciando la vista desde su ventana cuando sus criadas ingresaron en la habitación.
—Mi reina,—reverencio Lady Fray. —no sabia que se encontraba despierta, podría haberlas enviado mucho antes.
Rhaenella se giro en dirección a las mujeres y esbozo una mueca de lado. —No se preocupe, mi lady. Necesitaba tiempo a solas. — respondió antes de tomar asiento para dejarlas hacer su trabajo. Debia lucir presentable para el desayuno en conjunto con la reina y sus hijos al que había sido invitada. —No muchas trenzas hoy—pidió a la jovencita que había empezado a peinarla. Esta asintió. —Me duele la cabeza.
Lady Fray le tendió una copa de agua antes de comenzar a revolver entre sus pertenecías para hallarle un vestido acorde. —¿Tiene planes para montar hoy, mi reina?— la mujer indago. La de cabello claro pareció pensarlo unos segundos y simplemente asintió. Muchas veces Rhaenella era una mujer callada y pensativa, como si se perdiera en su mundo de imaginaciones. La mujer Fray podia asumir que se debia en cierta parte a todos los problemas que su reina tenia para conciliar el sueño por las noches. Eran raras las ocasiones en las que no se oían gritos productos de sus pesadillas a los que no tenían permitido interrumpir. Cuando estaba fuera, la Targaryen parecia ser una mujer implacable que no cambiaba de opinión con facilidad o tenia problemas en concretar una orden, pero en la privacidad de sus aposentos se permitía ser más...ella. Aquella simple Rhaenella que había crecido en soledad y silencio.
Finalmente, la mujer se atravio con un vestido de tela gruesa color negro y entrelazo sus manos apenas dio cara en el pasillo. —¿Dónde esta Legolas?— indago luego de algunos minutos de silencio. Ser Fray casparreo la garganta ligeramente antes de hablar.
—Paso la noche con Drarion, mi señora. — respondió —Sé que esta en sus aposentos ahora. ¿Desea...
Rhaenella le interrumpió elevando una mano por unos segundos con simpleza. —No es necesario, Sir. — respondió —Déjelo descansar. — fue todo lo que respondio antes de comenzar a caminar rumbo a una de las salas donde le indicaron se llevaria a cabo el desayuno. Cuando ingreso, los presentes se pararon en señal de cordialidad y la joven Targaryen sonrio levemente. —Eso no es necesario, reina— dijo en dirección a la mujer Hightower. —Somos familia. — declaro antes de detenerse cerca a la mesa.
La mujer sonrio y tendio su mano señalando una silla. —Hemos preparado un lugar para ti, princesa.
Rhaenella no paso por alto el hecho de que la de vestido verde no se refirio a ella como reina, pero no dijo nada. Tomo asiento a un lado de su -reciente- prometido Aemond, y una silla vacia. —Mi hermano seguramente se quedo dormido, llegara pronto.— dijo el más joven con voz plana y tranquila como si estuviera acostumbrado a disculparse por las ausencias del mayor.
Alicent pareció removerse en su lugar por algunos segundos y Rhaenella dejo que le sirvieran un poco de té. —Muchas gracias por la invitación, reina Alicent. Es bueno poder compartir con mis hermanos. — la Targaryen dijo. Sonrío a en dirección a su hermana Helaena.
La pelirroja sonrío pero aquel gesto no le llegó a los ojos. —Bueno, me complace tenerte aquí. Es bueno poder conocernos ya que serás parte de la familia. — miro a su hijo por unos segundos. —¿Sabes, princesa? Me sorprendió la decisión de tu padre sobre el compromiso...
Aegon llegó a la mesa y luego de un breve saludo, se sentó a un lado de Helaena. —¿Y porque es eso? — la joven Targaryen pregunto.
Alicent aclaro su garganta. —No es ningún secreto que eres inteligente y bien educada, princesa. Aemond es, por supuesto, un gran hombre también.— comenzó a decir. Rhaenella sorbio de su té. — Pero debes entender que nuestra casa siempre mantendrá la paz y protegerá el reino. Con ese fin, nosotros debemos asegurarnos de que nuestro legado sea protegido y se mantenga puro.
Puro, aquella palabra resonó en la cabeza de Rhaenella. De repente comprendió que todos los rumores sobre la bastardez de sus sobrinos provenían de una sola persona y la tenía enfrente. La reina Alicent parecía haber elegido a su propio heredero para el trono de hierro aunque no lo dijera en voz alta ni para ella misma. Y era obvio que estaba preparada para joder a cualquiera que le resultase un problema para eso.
—¿Y...yo no soy una partidaria de la paz? —la mujer pregunto elevando una ceja.
—No me mal entiendas, Rhaenella. — Alicent sonrío de lado intentando mantener su fachada de buen corazón. —Solo creo que como has crecido en otro lugar, y estás rodeada todo el tiempo de tus...hombres dothraki, podrias sentirte confundida ante cuáles son los objetivos de la casa Hightower.
—No me voy a casar con un Hightower, me voy a casar con un Targaryen. — Rhaenella corto aquella conversación con simpleza y elocuencia. —Aun así, agradezco su preocupación. Mis hombres dothraki pueden ser guerreros pero saben de valores, y le puedo asegurar que todo mi pueblo busca la paz y la prosperidad de estas tierras y de la gran casa Targaryen.
—Los dragones danzarán...el fuego y la ceniza — Helaena murmuró para misma mientras revolvía su desayuno perdida en sus pensamientos. Rhaenella aclaro su garganta recordando lo que había oído sobre su hermana, que quizás era una soñadora.
—Estaba pensando... — la joven miro a sus medios hermanos. —que me gustaría ir a montar dragones con ustedes. Ya saben, — sonrío un poco. En realidad estaba intentando salirse de la mirada de la mujer Hightower por unas horas. El cielo solo era dominio de los dragones. —seria una linda experiencia. — miro a Aegon. —He oído que Sunfyre es un especimen hermoso.
Aegon pareció sonreír genuinamente por primera vez desde que le vio. Asintió varias veces. —Lo es. — dijo con confianza. —Solemos dar paseos con Vaghar.
—A Dreamfyre le gusta morder su cola cuando se ven. — acotó su hermana Helaena con una risita. Aegon rodó los ojos pero se mantuvo en silencio.
Rhaenella sonrío. —Deben ser cercanos, como sus jinetes...
—Espero que Vaghar y Rhaegor sean cercanos algún día. — dijo Aemond luego de unos segundos. La joven llevo su mirada hacia el menor, con quién, había compartido muchas cartas cuando eran jóvenes. Asintió levemente.
Aemond balanceo su ojos en las facciones de la mayor pensando en las cosas que su madre le había dicho la noche pasada sobre el peligro que Rhaenella podría significar para ellos. Según la reina, ella era prácticamente una desconocida con mucho poder y aunque el de un ojo quería creer y aferrarse a eso, no podía dejar de pensar en que era la única persona que lo había hecho sentir...querido en sus años de infancia a través de simples letras sobre un papel.
Irónicamente; cuando todos habían fallado, Rhaenella había estado a pesar de la distancia, y de que nunca le había visto. Ella siempre había sido como un fantasma del otro lado del mar que le daba una caricia en la espalda para contener su llanto.
Y ahora estaba allí, frente a el. Y Aemond no sabia bien como actuar.
—Estoy segura que lo seran, Aemond. — Rhaenella suspiro. —Aunque creo que se llevará mejor con Aera. — menciono a su otro dragón. Su corazón ardió al pensar en como estaría Drarion con aquella herida que parecía no querer cicatrizar.
—Rhaenella... — Aegon le llamo mientras terminaba de masticar. Alicent lanzo una mala mirada por eso que el Targaryen fingio no ver. —¿Es verdad que trajiste las sillas de montar de Essos?
—¡Oh, si! Lo hice. — Rhaenella asintió. — Son fabricadas a mano y preciosas. Traje una para todos ustedes. Y correas nuevas también. De hecho...— la mujer limpio su boca con una servilleta de seda y se paró de su lugar. —¿Por qué no vamos a Pozodragon ahora?
Aemond y Aegon asintieron antes de levantarse de sus lugares y la mayor suspiro para si misma ante la respuesta afirmativa de sus hermanos. Ya no soportaba un segundo más debajo de ese techo de concreto. El menor le dió una mirada a su madre esperando su reacción. —Por favor, con cuidado. — la reina Alicent murmuró y solo allí fue cuando Helaena también se levanto.
—Yo tengo que vestirme apropiadamente. — dijo la joven. —Los alcanzare.
Rhaenella dió una rápida reverencia con la cabeza hacia la reina y salió del lugar siendo seguida por sus hermanos. Aegon no tardó mucho en comenzar a bombardearla con preguntas de doble sentido con respecto a Essos, los dothraki, y la cultura del otro lado del mar.

ESTÁS LEYENDO
STORM OF DRAGONS | house of the dragon
FanfictionSoD | "Imperios se elevan, e imperios caen. Vivimos y morimos para tomar el trono" Cuando la danza de dragones comienza, Rhaenella Targaryen sabe que debe elegir un bando: verdes o negros. Su deber o donde yace su lealtad.