(ahora)
dragonstone
EL HOGAR DE LA PRINCESA RHAENYRA ERA JUSTO COMO LA HABIA IMAGINADO DURANTE MUCHOS AÑOS: INTRINCADO. El retrato perfecto de una dinastía de sangre como aquella, algo que solo los Targaryen hubieran podido construir. ¿Montar una fortaleza de esas magnitudes sobre un acantilado? ¡Los más dementes solamente! Y los sentimientos que provocaba desde afuera, también los recreaba por dentro; paredes altas, ladrillo negro, el blasón del dragón de tres cabezas ondeando en los patios internos y las decoraciones de oro macizo.
Pese a que su hermana mayor parecía genuinamente entusiasmada en hacerla recorrer cada habitación había y por haber de la fortaleza mientras relataba anécdotas como cuando Lucerys casi se abre la cabeza con la punta de una mesa o donde Jacaerys blandió una espada de madera por primera vez, Rhaenella tuvo que detenerla a medio tour para argumentar lo cansada que se encontraba y lo mucho que deseaba acomodar a sus dragones para que estuvieran cómodos. Sobretodo al menor de ellos. Daemon había desaparecido hacia más de treinta minutos y los nombres de sus sobrinos flotaban en el aire con la promesa de que los conocería en el banquete especial que habían preparado para ella.
Rhaenyra pidió a sus sirvientes que acomodaran todo para ayudarle, y se ofreció personalmente a acompañarle a las criptas donde sus dragones podían descansar, pero la menor declino aquel ofrecimiento. Estaba embarazada y por lo que parecía, no muy lejana a un parto. Ya había caminado y se había emocionado lo suficiente. Tendrían tiempo de seguir con su charla durante la cena.
Finalmente agradeció al sirviente que la acompaño hasta las escaleras que llevaban a lo más profundo de Roca dragón y sonrió ante la mirada de susto que este le lanzó a la oscuridad frente a ellos. Rhaenella le arrebato el fuego de la mano ──Lo mejor es que continúe sola desde aquí.
El joven pareció agradecerle con la mirada y la reina bajo los escalones procurando mantenerse estable en la roca que se volvía cada vez más salvaje, repleta de irregularidades y humedad propias de la oscuridad. Aunque quiso aprovechar aquel momento de soledad, en que estaba lejos de todo sirviente o de molestas voces de la razón como lo era su querido Legolas Maydred, los rugidos sacudiendo el piso le hicieron apresurarse hasta casi correr. ──¡Rhaegor, lyka!── su voz rompiendo el bullicio con un grito fue suficiente para que el dragón dejara de forcejear contra las cadenas que le habían puesto en las patas. Rhaenella fue consciente de la presencia de su tío en la estancia y supo que era la única razón por la que su dragón no había incinerado a los doce cuidadores que le rodeaban. ──Fuera, todos. ── ordeno mirando a los hombres ──Lo ponen nervioso──. Los hombres se reverenciaron hacia su señor y abandonaron la cripta, los pasos rápidos se oyeron escalera arriba. ──Kepüs── llamo a Daemon como tio cuando paso por su lado en dirección a su dragón. ── zaldrīzes buzdari iksos daor. ── lo dejo en claro mientras él hombre la observaba quitándole las cadenas a Rhaegor.
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STORM OF DRAGONS | house of the dragon
FanfictionSoD | "Imperios se elevan, e imperios caen. Vivimos y morimos para tomar el trono" Cuando la danza de dragones comienza, Rhaenella Targaryen sabe que debe elegir un bando: verdes o negros. Su deber o donde yace su lealtad.