Capítulo 8: Solo otro hombre con poder

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(ahora)

RED KEEP 

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──El rey la recibirá ahora. 

Rhaenella sintió una opresión en el pecho ante esas palabras, sin embargo, no demostró expresión alguna más que su habitual rostro sereno. Con los años había aprendido a conocerse a si misma en profundidad, y llevaba a cabo un estresante pero servicial juego de retraer todo lo que sentía. Al menos en apariencia. A veces, mostrar de menos servía para conocer a un oponente en una verdadera faceta.

Consideraba al hombre que había sido participe de su procreación como un oponente.

Digno o no, eso estaba por descubrirse.

La fortaleza roja parecía ser un lugar silencioso, puesto a que las únicas personas que emitían algún ruido eran aquellos sirvientes que preparaban cosas para un supuesto banquete que tendría lugar en el ocaso. Y a pesar de llevar las manos llenas de cosas, se reverenciaban al verla pasar. Había oído sus cuchilleos a sus espaldas también.  No estaba segura de si el reino entero sabía de su existencia, pero si lo hacían, la desconocían totalmente. Ella no se había criado en Rocadragon o paseado por las calles de Desembarco del Rey. Era una forastera, alguien que pese a portar el emblema familiar con honor, no pertenecía allí.

Rhaenella estaba consciente de aquello.

Tomo una respiración y le lanzó una mirada de costado a su mano, y a los soldados Inmaculados que siempre le acompañaban en comitiva. Ellos no podían ingresar con ella, no a los aposentos del rey. La pregunta sobre porque la recibía en un lugar tan privado quedó oculta bajo la escena que se presentó ante ella una vez que ingreso en el lugar. Un rey viejo, débil y carcomido por una enfermedad, con una venda enrrollada sobre uno de los lados de su cara y casi cayéndose del sillón en el que estaba sentado. Ver aquella decadencia le hizo preguntarse si había existido alguna época de gloria para el Rey Viserys. Se suponía que si.

Mantuvo su espalda recta mientras caminaba cercana hacia la posición de su padre, el cual, respiraba con dificultad pero no le sacaba el ojo sano de encima. De repente sintió que la capa roja le pesaba sobre la espalda. ──Rey Viserys. ── expreso antes de  agachar ligeramente la cabeza en una reverencia que fue cuestionada en murmullos por los pocos ayudantes que yacian en la habitación. Los ignoro; una emperatriz no tenía obligación alguna de reverenciar a un rey ajeno.

Espero unos segundos respuesta alguna y no recibió más que un quejido. Un llanto. La incomodidad se le instalo en el rostro. ¿Que podía hacer más que quedarse allí parada sin consolarle? ──Mi Rhaenella, estás...── Viserys pareció tener algo de problemas en calmarse lo suficiente como para hablar correctamente de nuevo, pero al final, lo hizo. ──Luces como ella.

STORM OF DRAGONS |  house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora