SoD | "Imperios se elevan,
e imperios caen.
Vivimos y morimos para
tomar el trono"
Cuando la danza de dragones comienza, Rhaenella Targaryen sabe que debe elegir un bando: verdes o negros. Su deber o donde yace su lealtad.
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LA MADRUGADA HACIA ECO EN SUS OÍDOS CUANDO DRARION SE MOVIÓ NUEVAMENTE LOGRANDO QUE SU JINETE EVAPORARA CUALQUIER RASTRO DE SOMNOLENCIA. Rhaenella se elevó del suelo sobre el que estaba acostada segundo atrás para observar a su dragón antes de acariciarle con las palmas de las manos. ──Mi niño...── murmuró con pesar. Durante toda su vida había estado sola, y sus dragones habían sido su única familia. Una que le acompañaba siempre y jamás le defraudaba. Una que no estaba dispuesta a perder bajo ningún término. ──En poco tiempo estarás volando junto a tus hermanos, ya verás.
El dragón de escamas verdosas oscuras se movió ante la suave voz de su jinete y volvió a cerrar los ojos. Según las chamanas mejoraba de forma veloz, pero mantenerlo atado para evitar su vuelo lo ponía inquieto y era algo completamente entendible.
Un dragón pertenencia a lo alto del cielo, más cerca de los dioses de lo que algo o alguien llegaría. Si no es que ellos lo eran.
──Vengo a relevarte. ── la voz de su mano la trajo de nuevo al mundo real, lejos de las vacilaciones de su mente.
Rhaenella elevó una ceja antes de volver a tomar asiento sobre el césped y observo por algunos instantes la construcción a sus espaldas. La fortaleza roja parecía una gran tumba en aquellas horas por el silencio en el que se sumía cuando las personas de sangre azul dormían.
──¿Porqué mejor no te sientas? ── pregunto la joven moviendo la mano hacia abajo. El hombre bufo levemente pero cumplió con aquello.
──¿Y tú prometido?
──Durmiendo. ── respondió Rhaenella pero la mueca de su rostro no la hizo lucir segura ──Bueno, supongo...
──¿Pudieron conversar? ── indagó el hombre ──¿Qué te parece?
Rhaenella apretó las rodillas contra su pecho y observo el cielo. ──¿Y que hay de ti?
──¿Qué sobre mi?
La joven reina le observo con diversión. ──¿No te casaras jamás? ── pregunto ──¿No has visto a ninguna doncella que te robara el corazón a primer aliento aquí? ¿O caballero? ── insistió. Desde pequeños, el hombre que había crecido con ella cargando la misión de protegerla no había dado indicios de querer una vida de familia. ──Sabes que no me opondré así sea alguien sin titulo o...