<línea 516, en algún lugar cerca de Nueva York, Estados Unidos. 1980>
Ho Seok acababa de decidir que, esa línea, allí y en ese año, era su lugar favorito en el mundo.
Era solo una burbuja, y lo sabía. Fuera de esa casa, para esas personas el mundo era cualquier cosa menos un edén. Sin embargo, ahí dentro, Ho Seok estaba viviendo una fantasía que le hacía preguntarse por qué esas burbujas no podían durar para siempre.
Llevaban casi un mes allí, y Ho Seok comenzaba a entender por qué Liz les había dicho que eran perfectos para la misión, a pesar de que iba a ser larga y delicada, mucho más apta para personas con porcentajes mucho más altos.
Ho Seok le había preguntado directamente por qué les mandaban a ellos, cuando de forma insólita ella les llamó a su despacho en vez de simplemente darles el informe. Liz le había dicho que sus personalidades, sus experiencias vitales antes de ser reclutados y su relación, les hacían el comando ideal para la tarea, y que entenderían el resto cuando llegaran.
A Ho Seok seguía pareciéndole raro, pero empezaba a verlo. Encajaban allí.
Ese apartamento no era muy grande, pero sí había mucha gente. La luz del sol, que empezaba a asomarse por el horizonte, se colaba por las ventanas abiertas cuyas cortinas corridas se movían por el viento, que se adentraba en el salón como lo hacía el sonido del tráfico. El suelo crujía a cada paso que alguien daba, y aun así todo parecía tener una harmonía casi perfecta.
Desde su posición, tumbado en el suelo entre un montón de mantas, Ho Seok veía a una pareja de hombres acurrucados en un rincón; veía a una drag queen que olvidó desmaquillarse antes de irse a dormir, con su peluca descolocada y su maquillaje manchado el cojín en el que hundía su mejilla. Veía a otra pareja encima del sofá, él encima del pecho desnudo de ella; y a otras tantas personas y parejas, escondidas debajo de sus mantas.
Despierta no había mucha gente. Solo una chica bajita de pelo azul haciendo tortitas en la cocina americana; un chico (muy delgado y de piel tostada por el sol, vestido solo con unos shorts de color rosa palo) que fumaba junto a una ventana; una chica trans completamente desnuda retocando su maquillaje frente a un tocador; y, al fondo, en una habitación cuya puerta daba al salón, estaba Chang Kyun, discutiendo con una chica más alta que él y con el cuerpo lleno de tatuajes, sobre lo que parecía ser algo importante.
Ho Seok sonrió, y se volvió a acomodar bajo las sábanas.
Si algo tenía en común toda esa gente, era que eran jóvenes, anarquistas, asiáticos y queer, y que ese era su lugar seguro en un mundo que, para gente como ellos, no lo era en absoluto. Sin embargo, allí estaban, teniendo un techo, comida que llevarse a la boca y un lugar donde no tenían que esconderse; dispuestos a tambalear hasta los cimientos de esa sociedad que se empeñaba en decirles que no debían existir.
Ho Seok admiraba mucho a esa gente, como admiraba a Chang Kyun por haber conseguido que le respetaran tan rápido y le confiaran cosas importantes, cuando sabían que era alguien que solo estaba de paso.
Había cosas que debían orientarse en cierta dirección, había gente que debía ser salvada; y mientras Chang Kyun lideraba ese grupo para que sus manifestaciones tuvieran impacto, Ho Seok se había dedicado a curar heridas y aprovechar cualquier ocasión para poner vacunas contra el VIH con cualquier otro pretexto, ya que esas vacunas iban a tardar al menos un siglo en inventarse. El VIH siquiera tenía nombre en ese momento, aunque estaban a meses de que lo tuviera, a apenas unos años de que se volviera una pandemia que haría estallar esa burbuja que había enamorado a Ho Seok.
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Let's start From Zero » Wonkyun. MONSTA X
FantasyViajando línea arriba y línea abajo por el tiempo, Chang Kyun y Ho Seok hacían equilibrios sobre el delgado hilo entre ser uno de los comandos más eficientes del Clan y ser el que más problemas causaba.