Erika Theodora Daniella Im-Lee #4

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—Déjalo estar ya —dijo Ho Seok.

Chang Kyun, detrás de él, gimoteó otra vez.

—¿Por qué no podíamos llevárnoslo a casa? Era un minino precioso.

Ho Seok suspiró por decimonovena vez en la última media hora.

Estaban caminando por un páramo lleno de cerezos en flor de vuelta a la máquina, con Ho Seok arrastrando a Chang Kyun del brazo porque si no él se negaba a avanzar. Chang Kyun había intentado liberarse del agarre de Ho Seok, pero fue bastante en vano. Había sido un poco estúpido al pensar que podría ofrecer alguna resistencia al agarre de alguien que podía levantar con esos brazos dos veces los kilos que pesaba Chang Kyun.

Le iba a dejar un buen moratón en el brazo, como si el arañazo que llevaba en la cara no fuese suficiente. Aun así, su berrinche y su orgullo eran demasiado grandes como para dejar de hacer el idiota y caminar sin que Ho Seok le obligara a hacerlo.

Habían ido a finales del S.XX, a una misión terriblemente sencilla: Chang Kyun tenía que dar una clase que inspirara a alguien a elegir una carrera en concreto, nada que requiriera demasiada complicación, lo cual no estaba mal. El comando de Joo Heon y Min Hyuk y el suyo volvían a estar en tablas en el ranking de misiones completadas con éxito, no les iba mal una misión fácil para colocarse por encima. Aun así, al parecer (y muy a pesar de Ho Seok) Chang Kyun tenía que hacerse el difícil, enamorándose del gato mascota de la universidad y queriendo llevárselo a casa.

—La iba a llamar Erika, ¿sabes? Erika Theodora Daniella Im-Lee, hubiera sido nuestra hija.

—Por Dios —dijo Ho Seok, frustrado—, cállate.

—¿Por qué?

—Porque yo lo digo. Dios, Chang Kyun, ya te lo he explicado. Primero que no sabemos cómo o cuánto podría cambiar la línea si de un día para otro ese gato desaparece.

Chang Kyun hizo una mueca.

—No creo que cambie tanto —farfulló por lo bajo.

—¡Y segundo! —dijo Ho Seok, alzando un poco la voz, para que Chang Kyun no se creyera que podía cuchichear consigo mismo, mientras él le explicaba por décima vez por qué llevar un gato al Clan no era una idea mala, no, sino era una idea terriblemente nefasta—. No podemos llevar a un tercer ser vivo en la máquina.

—Nos hemos llevado plantas.

—Las plantas no tienen cerebro, Chang Kyun. ¿Es que quieres quedarte con media conciencia atrapada en este siglo de mierda? Hay normas por algo. En esa máquina solo podemos ir dos.

—¡Un gato no es una persona! Podríamos arriesgarnos. Valdría la pena.

Ho Seok se detuvo en seco. Soltó el brazo de Chang Kyun, se dio la vuelta y le miró.

—¿Qué? —dijo Chang Kyun.

—¿Qué de qué, idiota? —dijo Ho Seok. Estaba al borde de echarse a llorar. ¿Por qué Chang Kyun se empeñaba en comportarse como un niño con él siempre que en sus misiones el papel de Chang Kyun era el de ser un adulto responsable con sus objetivos? Era desesperante—. Cumples los requisitos para viajar en el tiempo por los pelos, mocoso. No, Chang Kyun, tú, precisamente tú de entre toda la gente del Clan ¡no puedes arriesgarte a meter a otro animal en nuestra máquina!

—¡Ay, qué más da! Esta línea es de mis favoritas de todas maneras.

Ho Seok rodó los ojos y volvió a sujetarle del brazo.

—Por desgracia para ti, eso no solo lo decides tú. Además, ¡si te ha arañado en la cara!

—¡¡¡¡Eso ha sido culpa tuya!!!! —chilló él, histriónico como él solo, con una voz tan aguda que casi igualó el timbre de Ho Seok. Lo cual, con lo grave que tenía Chang Kyun la voz, no dejaba de tener mérito, aunque solo estuviera teniendo un berrinche estúpido.

Let's start From Zero » Wonkyun. MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora