Ho Seok tenía desordenados los recuerdos de los últimos... siquiera sabía cuántos días. Eran ráfagas, extrañas, como si fuesen trozos difuminados de un sueño.
Recordaba a Hyung Won diciéndole que Min Hyuk había matado a alguien, línea arriba, y la posterior mueca de descontento de él porque había hablado de más.
Recordaba un barco pirata, un corsé muy ajustado. Los ojos de varias mujeres y de varios hombres en su escote.
Recordaba una comuna queer, una mansión victoriana, una mujer siendo rechazada por él.
Recordaba conversaciones con Ki Hyun, a trozos. Discusiones sobre la incongruencia de sus acciones.
Recordaba un tren, el traqueteo de las ruedas sobre los raíles y palabras difuminadas en ruso de fondo.
Recordaba y recordaba, cosas que no tenían conexión ni sentido, saltando de una imagen a otra, como una pausa para la publicidad puesta a cámara rápida.
Siquiera sabía dónde estaba, como si estuviera metido bajo una bruma, enterrado bajo el agua lejos de la superficie.
Le pareció oír que alguien le llamaba. "Ho Seok. Ho Seok". Demasiado lejos, luego volvía otra vez.
—¡Wonho! —acabó exclamando esa voz.
Ho Seok giró la cabeza de golpe.
El gesto le hizo sisear.
Acababa de darse cuenta de lo mucho que le dolía todo el cuerpo. Ji Eun estaba delante de él. Era ella quien había dicho su nombre. Aunque en ese momento a Ho Seok ella no le importaba en absoluto.
El dolor había empezado como un pinchazo en la frente. No como un dolor de cabeza, más arriba de la sien, justo en el hueso por encima de su ojo izquierdo. Cuando el pinchazo pasó, se acabó dando cuenta de que el dolor estaba en todas partes: la parte trasera de su cabeza, el pómulo derecho, la mandíbula, el esternón y también el estómago. Los brazos los sentía pesados, como si hubieran colgado algo de sus muñecas. Las manos le palpitaban. Dolían. Prácticamente quemaban. Las caderas y las rodillas las tenía entumecidas también. El dolor en uno de sus tobillos, el izquierdo, le estaba matando.
Bajó la vista, echándose un vistazo. Su ropa estaba salpicada de sangre, sus brazos llenos de magulladuras y sus nudillos prácticamente en carne viva. Era en sus manos donde había más sangre. Estaba seca, no parecía suya.
Volvió a mirar a Ji Eun, sintiendo que empezaban a temblarle las manos.
—¿Dónde está Chang Kyun?
Algo, dentro de su cabeza, metido en lo más hondo de su cerebro, le decía que había pasado algo malo. Muy malo. No le ayudó darse cuenta de que esa caja de metal donde estaba era una sala de interrogatorios.
Necesitaba saber de quién era esa sangre. Sintió un escalofrío recorrerle la columna.
—En la sala de al lado. Está tan magullado como tú, pero nada grave. Menos asustado que cuando habéis llegado.
Él la escudriñó con la mirada, un poco menos alterado. ¿Por qué estaba allí Ji Eun? Lo que podía haber ido mal en una misión era asunto de Recursos Humanos, de Seguridad y tal vez de Interior, si la Junta lo consideraba pertinente. No de Defensa. No de Ji Eun, que estaba claro que se había colado allí con alguna patraña. Su atuendo era improvisado: un vestido negro hasta los pies, de terciopelo, con escote palabra de honor y de manga larga. Demasiado formal para un interrogatorio. Su pelo azul estaba suelto, deslizándose desordenado sobre sus hombros, casi despeinado, como si se hubiera soltado de una coleta y ella hubiera decidido que no valía la pena volver a recogerlo.
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Let's start From Zero » Wonkyun. MONSTA X
FantasyViajando línea arriba y línea abajo por el tiempo, Chang Kyun y Ho Seok hacían equilibrios sobre el delgado hilo entre ser uno de los comandos más eficientes del Clan y ser el que más problemas causaba.