· CAPÍTULO 15 ·

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<<Bendito sábado...>>, pensó Claudia desperezándose mientras abría los ojos.

Adoraba el fin de semana. Poder dormir hasta que el cuerpo estimara era un placer que no estaba pagado con nada. Diez horas de sueño habían sido suficientes para levantarse con sobredosis de energía. El sol que inundó la habitación cuando alzó la persiana la obligó a taparse los ojos un instante. Abrió la ventana e inhaló durante unos segundos las cálidas caricias del verano.

Su alegría se acentuó cuando fue a preparar el desayuno. Cloe la estaba esperando en la cocina. Encima de la mesa había un par de zumos de naranja, dos tazas con café recién hecho y un apetitoso bizcocho de chocolate que aún humeaba.

—¿Y esto? —preguntó sorprendida.

—Una, que se ha levantado generosa —respondió Cloe—. Y con una gula terrible. Y claro... Entre vestirme e ir a comprar, o prepararlo... Ya sabes qué opción ha conquistado más mi corazón. Y mis piernas.

—¿Te he dicho ya que te quiero? —Su boca fantaseaba con el apetitoso bizcocho.

—No me hagas la pelota —dijo Cloe bromeando—. Y tampoco te acostumbres.

—No lo haré. —negó riendo—. Hay cosas que solo ocurren una vez en la vida.

—Serás mala... ¡Esta semana friegas tú!

Tomaron asiento. Disfrutaron aquel delicioso desayuno mientras comentaban las noticias más actuales. Aquellas tertulias mañaneras eran una tradición imprescindible.

—Voy a prepararme para ir a spinning —informó Cloe levantándose—, ¿vienes?

—Creo que paso... —Partió otro trozo de bizcocho—. Iré luego a GAP.

—Entonces te veo allí. Igual voy también a GAP.

—No te pases, a ver si te va a dar algo —advirtió Claudia.

—Tranquila, la primera clase es para calentar. Y sí, lo digo literal. Porque con el cuerpo que tiene el profesor de spinning sube la temperatura que da gusto.

—¿Recuerdas cuando casi te caes de la bici por mirarle el paquete?

—Eso deberías olvidarlo —respondió Cloe sonrojada—. Qué mal rato pasé... Si es que, una no puede ser tan detallista. Además, lo hice por su bien. No sabía si aquello era normal o debía llamar al 112 por un proceso inflamatorio agudo.

—Claro... Como buena ciudadana tenías que explorarle para comprobar que no se le había metido una pitón entre las mallas, ¿no?

—Por supuesto. Solo quise salvarle la vida...

Claudia siguió desayunando plácidamente mientras Cloe se preparaba. Echó un vistazo a sus redes sociales paladeando con gozo el exótico sabor del chocolate. Luego aprovechó para adecentar el piso, preparar la bolsa e ir al gimnasio.

Al llegar vio a Cloe en la cola de GAP. Le faltó tiempo para ponerla al día sobre la ropa y anatomía del monitor de spinning. Disfrutaron juntas de cuarenta y cinco minutos de intenso sufrimiento. Hacía varios días que no iba y su cuerpo lo notaba. Ahora tenía que repartir el tiempo entre más partes, y estaba claro cuál era la que perdía.

Acababa de salir de la ducha cuando sonó su móvil.

—¡Dime, Marc! —respondió enroscándose la toalla con rapidez—. ¿Qué tal?

—Creo que el reportaje se va a alargar... No me va a dar tiempo a verte esta tarde. Pero... Tengo una oferta. ¿Haces algo esta noche? —propuso él.

El invierno de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora