· CAPÍTULO 18 ·

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La última semana de Julio cubría Barcelona con un manto de bochorno. A Claudia le encantaba el sol, y el verano en general. Los turistas eran los grandes protagonistas de aquella época. Ella adoraba la multiculturalidad de la ciudad. Y durante aquellos meses se potenciaba aún más. Todos sus rincones se nutrían de vida y alegría.

La semana transcurría a buen ritmo. Los días se escapaban entre jornadas laborales, planes con sus amigos y encuentros con Marc. También había lugar para las horas extra. El ritmo de trabajo aumentó como consecuencia de las vacaciones. Había menos gente, pero las mismas tareas. Por si fuera poco, el miércoles se habían estropeado los ordenadores. No pudieron irse hasta que se solventó el problema. Como había advertido el señor Salvat: <<algo les habréis hecho. El trabajo de hoy debe estar listo>>.

Claudia detestaba su tono autoritario. Cada vez que recordaba su parentesco, el rechazo se esfumaba para convertirse en rabia y decepción. Encima, ese jueves comía con él. Su madre la había llamado la noche anterior para invitarla y pedirle que la acompañara a una exposición de pintura impresionista. Su padre siempre buscaba la manera de escaquearse. A ella le sabía mal que su madre tuviera que ir sola, así que aceptó ambos planes. Sabía la ilusión que le hacía compartir su pasión por el arte con otras personas.

Recogió sus cosas y esperó a que su padre saliera. Había acordado ir cuando él.

—Vamos —dijo él en tono arisco saliendo del despacho hacia el ascensor.

—Qué remedio... —murmuró Claudia para sí, siguiendo sus pasos con desgana.

Llegaron al parking. Subieron al coche envueltos en el mismo silencio que había dominado el descenso en ascensor. Durante el trayecto a casa tampoco fue muy diferente. La radio sonaba mientras iban dejando atrás el centro de la ciudad. Hacía un par de días que lo notaba extraño. Algo habitual en él cuando se cabreaba por cualquier estupidez. Conflictos de trabajo, demasiados semáforos en rojo, una mala noche, un tropezón contra la esquina de la mesa... Quién sabe. Cualquier opción era válida tratándose de él.

Llegaron en unos minutos. Su padre frenó delante de la impotente verja negra de la propiedad. Apretó un mando y comenzó a abrirse. Cruzaron hasta la puerta del garaje. Claudia se bajó. Fue caminando hacia el interior de la casa mientras él aparcaba.

Sus padres tenían una atractiva casa de dos plantas. Estaba alejada del núcleo urbano, sin salirse demasiado de la ciudad. La fachada estaba recubierta en piedra color arena. Las ventanas portaban unos esbeltos marcos blancos. Y todo estaba custodiado por un robusto muro de piedra gris que comunicaba la casa con el exterior a través de dos puertas, una para entrar a pie y otra para el coche.

En la parte delantera había un cuidado jardín. Mantos de flores variadas bordeaban el bonito camino de mármol que conducía hacia la puerta principal. En la parte trasera había otro jardín, mucho más amplio, decorado con un par de mesas y varias sillas, y una gran piscina rectangular rodeada de hamacas. También había una modesta caseta de madera para guardar herramientas y bártulos. Claudia se metía en ella cuando era pequeña. Cogía sus muñecas e imaginaba que ese era su castillo.

El interior de la mansión era igual de impresionante. El hall era amplio, con varios muebles, cuadros y espejos, y una imponente escalera de madera que llevaba a la planta superior. En la planta baja había una espaciosa cocina, que comunicaba con el cuarto de la colada. El resto de esa planta se repartía entre el salón, el despacho de su padre, el comedor, un baño, y un cuarto para los productos del hogar. En la primera planta había seis habitaciones: la de sus padres, la de Claudia, una para la empleada del hogar y tres para invitados. Todas poseían baño propio. Además, había otro común en el pasillo. Una extensa terraza con vistas al jardín trasero, custodiada por una puerta acristalada, cerraba la planta superior. El garaje se encontraba anexo a la casa, con el mismo estilo de fachada.

El invierno de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora