· CAPÍTULO 29 ·

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Se miró al espejo. Alisó una pequeña arruguita que marcaba su corto vestido beige de gasa. Retocó el pintalabios y la trenza que había formado con su pelo. Estaba lista. Revisó por última vez el bolso y se aseguró de haber descargado las entradas. Les había costado mucho conseguirlas, pero finalmente pudieron hacerse con unas buenas butacas. Qué mejor forma de inaugurar las vacaciones de Marc que yendo juntos a aquel increíble musical que ambos se morían por disfrutar.

Estaba a punto de cruzar la puerta cuando sonó el teléfono. Era un número largo. Le resultaba bastante familiar, así que decidió descolgar.

—¿Sí?

—Hola, Claudia. Soy Lena. Siento molestarte ¿Tienes un minuto?

—Tranquila, dime. —Tuvo un pálpito con sabor amargo.

—Necesitamos que vengas a la oficina con urgencia.

—¿¿Ha pasado algo?? —preguntó preocupada.

—Tu compañero ha tenido problemas con uno de los principales inversores. El señor Bach ha amenazado con retirar su apoyo y demandar a la empresa. Dice que solo hablará contigo. Les ha dado un ultimátum de dos horas.

—Lena... —Calló unos segundos. No sabía cómo decirle que no—. Verás...

—Entiendo que estás de vacaciones y no sería propio hacerte trabajar hoy —dijo la secretaria de su padre en tono comprensivo—. El señor Salvat me pidió que contactara contigo de forma inmediata. El plan b sería encargárselo a tu compañera de sección.

<<Natalia...>>, pensó Claudia con el corazón en un puño.

—No le digáis nada —sentenció—. Voy para allá. Llegaré lo antes posible.

No podía permitir que su amiga pagara el pato. Sabía lo mucho que le afectaban esas situaciones. Su salud iba antes que nada. Además, el señor Bach era uno de los principales motores. Cualquier altercado con él y sus empresas ocasionaría un fuerte golpe económico. Varios compañeros terminarían en la calle. Y el resto pagaría de por vida las consecuencias del jefe. Era un riesgo que no estaba dispuesta a asumir.

Salió de casa con rapidez y fue haciendo una llamada de camino al metro.

—Marc...

—¡Buenas! Ya estoy de camino al teatro —respondió entusiasmado.

—Escucha... No puedo ir al musical. Lo siento.

—¿Cómo? ¿¿Estás bien??

—Problemas en la empresa. Debo ir...

—Tranquila, lo entiendo. Ya lo veremos en otra ocasión.

—No —respondió con firmeza—. Sabes lo que nos ha costado hacernos con las entradas... Es la última función en Barcelona. Quiero que vayas tú. Invita a quien sea.

—No. —Se negó—. Sé la ilusión que te hacía verlo. No quiero disfrutarlo sin ti.

—Marc... —insistió—. Por favor...

Estuvieron varios minutos en un tira y afloja que parecía infinito. Finalmente, Claudia ganó la partida. Marc accedió a ir. Avisaría a su madre o su hermana, y si no a alguno de sus amigos. Le costó convencerlo, pero entendió que era lo más lógico. Al menos uno de los dos podría vivir aquella maravillosa experiencia.

Claudia subió al metro. El calor asfixiante que hacía en aquel vagón repleto de gente la angustiaba cada vez más. Se abanicaba con la mano mientras los codazos, empujones y conversaciones a todo volumen reinaban en aquel masificado lugar. Cuando por fin llegó a su parada salió sin mirar atrás. Necesitaba respirar aire puro.

El invierno de tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora