20

200 56 10
                                    

     Los meses pasaron de forma rápida.

     Tus amigos ni siquiera se habían dado cuenta de en qué momento nos habíamos hecho tan cercanos.

     Un día, mientras esperaba a que uno de los profesores entrara a clase, un compañero se volteó en su asiento para verme fijamente. Como siempre estábamos sentados en la misma posición, a veces charlábamos para matar el tiempo. No me sorprendió que se volteara, pero sí que preguntara:

     –¿Eres amigo de Tim?

     Algunos otros compañeros que estaban hablando entre sí pusieron atención. Eso es lo que conseguías cuando la gente te nombraba.

     –Sí.

      Me sentí orgulloso de afirmarlo sin más, sin tener que replanteármelo en mi cabeza hasta que la duda me consumiera.

     –¿Sabes si está saliendo con esa chica del B?

     –Dicen que los vieron juntos el domingo –agregó otro.

     Imposible. El domingo estuvimos todo el día juntos.

     Yo no lo sabía y tampoco sabía si éramos el tipo de amigos que se contaban esas cosas.

     –No, no, no. Ella está saliendo con el tipo ese, el de pelo pinchudo –intervino alguien.

     Mientras todos chismoseaban acerca de esta o cual pareja, mi compañero me sonrió en agradecimiento, a pesar de que yo no había dicho nada.

     –Es que a mi hermana le gusta –me explicó–. Y quiere invitarlo a salir.

     Mil y un pensamiento me llegaron a la mente en ese momento y no me abandonaron incluso cuando llegó el profesor. Me pregunté si pasaríamos menos tiempo juntos si tú salías con alguien más o tenías pareja y, egoístamente, deseé que eso no sucediera.

     Me había acostumbrado a pasar casi todo el tiempo contigo, incluso si no hacíamos nada en concreto. Me alegraba que, de todos tus amigos, eligieras estar a mi lado. La pasaba bien en tu compañía y eso era mucho más que suficiente para mí.

     Sin embargo, quería saber qué sucedía dentro de ti. ¿Por qué cada vez más seguido parecías a punto de llorar? Nos observabas a todos como si fuera la última vez que lo fueras a hacer. Cuando te preguntaba cómo estabas decías que bien y cambiabas de tema enseguida.

     No es que tu comportamiento hubiese cambiado dramáticamente. Y eso me preocupaba más, porque significaba que estabas guardándolo todo dentro de ti.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora