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     Ese año, el comienzo de clases cayó una semana después de mi cumpleaños, así que, además de festejar el mismo, también quería despedir las vacaciones.

      No odiaba tener clases, pero sí me gustaba disponer de mi tiempo por completo. Mi verano había sido bueno, mucho mejor que otros veranos en los que no hacía más que esperar a que el mismo acabara. Pero me habías faltado tú. Antes, cuando aún estábamos en clases, había imaginado los días de mi verano enteros contigo.

     Al menos estarías en mi cumpleaños y eso me hacía feliz y me llenaba de nervios, como las primeras veces que pasábamos juntos.

      Era la primera vez desde que era niño que festejaba mi cumpleaños.

     Mamá sólo tuvo un turno en el hospital, así que almorzamos juntos. Ella no regresaría hasta la madrugada del otro día, pero esta vez no tenía que lamentar que yo la pasara solo. Saldría con tus amigos y contigo.

      Me dijo que los invitara a casa, pero preferí que fuéramos al árcade y a comer pizza.

      Hace poco habíamos cumplido un año aquí y ahora ella tenía el derecho a elegir con más libertad sus horarios. Además, algunos préstamos habían sido saldados, por lo que no tenía que trabajar tantas horas para ganar tanto dinero.

      –Gracias por hacerte cargo de la casa todo este tiempo.

       Me dio un beso en la frente antes de partir al hospital.

      –Vivo aquí también –repliqué.

      Se rió y me sostuvo las mejillas.

      –Estás enorme.

      Cumplía diecisiete y podía asegurar que ella estaba aliviada de que yo haya hallado un lugar para mí aquí, aliviada de que mis notas siguieran siendo buenas, aliviada de que yo esté bien y pueda sobrevivir su ausencia. Sabía sobre ti, porque no pude guardármelo dentro. Los sentimientos que tus deseos provocaban eran demasiado pesados para mantanerlos en silencio. Así que estaba aliviada de que yo no pasara lo que tú. Cuando se lo conté incluso se dispuso a encontrar un terapeuta para mí, pero le aseguré que eso no era necesario.

      Es cierto que me había sentido solo a veces, pero siempre estuve bien.

      –Estaré más tiempo por aquí, molestándote –se rió antes de irse, mas sus palabras sonaron como una promesa.

      –Okeeeey.

     Me sentía feliz por eso.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora