52

175 50 12
                                    

     Nunca pensé que conocería un dolor tan grande.

     No sabía cómo sentirme.

     Desde que recibí la llamada de tu madre no pude dejar de temblar. El mundo parecía haberse caído junto contigo.

     Me sentía estupefacto, como si nunca hubiese creído que realmente lo harías. Me sentía enojado contigo por hacerlo, por decidir abandonarme. Me sentía enojado conmigo por no haber hecho más por ayudarte y por sentirme enojado. Me sentía desilusionado y arrepentido por las mismas razones.

     Hubieron días enteros en los que te odié.

     Hubieron otros en los que mi pecho dolía y no podía parar de llorar.

     Hubieron otros en los que me encontraba en un mar de arrepentimiento y culpabilidad.

     Creo que así nos sentíamos todos los que te queríamos. No voy a intentar decir que lo mío fue peor.

     Tu madre se veía más arrepentida incluso. Por haber tomado las decisiones que tomó y no haberte intentado ayudar de otra forma. Por haber estado peleada contigo ese último tiempo.

     Tus amigos se culpaban porque no sabían nada y no habían hecho nada por ayudarte. Les quería decir que estaba bien, porque ni ellos ni nosotros éramos los indicados para ayudarte.

     Necesitabas de ayuda profesional.

     Pero no insistimos lo suficiente.

     Me había pasado las últimas semanas enamorándome más y más de ti mientras te robaba tantos besos como podía, pero no me había tomado ni un momento para preguntarte si seguías pensando en lo mismo.

     Temía que, al preguntarte, recordaras todos esos sentimientos y renaciera tu deseo de morir.

     Pero tú nunca los habías olvidado.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora