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     Una chica se me declaró a la salida del instituto un día e intenté rechazarla lo más amablemente que pude, aunque fue un poco difícil lograrlo.

     Me cuestioné si me gustaban las chicas, además de los chicos. La verdad es que no estaba muy seguro de que me gustaran ninguno de los dos. Sólo me habías gustado tú y no sentía interés en nadie más. Tampoco es que tuviera ganas de estar en una relación. Lo hice contigo, porque te quería demasiado, pero no sentía que nada me acercara a nadie más.

     Quizá era extraño para un muchacho de diecisiete años, pero yo me sentía bien con ello.

     Aún recordaba los besos que me dabas en el cuello y un escalofrío me recorría la columna. Pero si intentaba imaginarlo con alguien más, nada surgía en mí, ni siquiera algo negativo.

     Eras el ser más hermoso e interesante que había conocido en mi vida y sigue siendo así hasta hoy.

     Me sentía orgulloso de mis sentimientos.

     Me sentía orgulloso de los tuyos.

     Me dije que era afortunado de haberte tenido aunque sea un momento.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora