1. El chico de la esquina

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Para ti, que aún estás en busca
de tu identidad y quieres
encontrarla en un drink.

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—¡Hey, Park! Me alegra que te decidieras en venir.

—Claro, no me lo hubiera perdido —mintió. Un poco, nada más.

El chico a su lado le sonrió deslumbrante.

—Hay bebidas en la mesa —ofreció—. Es mejor que te diviertas con algo de alcohol. Tae me ha dicho que jalas a todo —siguió sonriendo, pero esta vez con algo de sorna—. Bueno, te dejo solo. ¡No siempre es cumpleaños de Jota-H y necesito atender a mis invitados!

Jimin se despidió de él con un movimiento de cabeza, para luego observar cómo se alejaba tambaleante entre los cuerpos que bailaban y tomaban cerca de los sofás de la gigantesca casa. Llevó sus mechones detrás de su cabeza con la mano para despejar su frente, frustrado por no encontrar a su mejor amigo.

—¡Jimin, por acá! —le gritaron, así que se giró. Su mejor amigo se hallaba cerca de la puerta que daba acceso al patio trasero de la casa anfitriona.

Caminó hasta allá, golpeando sin querer a los que ya se hallaban bailando. Era increíble cómo un chico de casi su edad, como lo era Jota-H, tenía tanto dinero como para hacer una fiesta con la producción al nivel de un antro.

—¡Qué rayos, Jimin! ¿Por qué tardaste tanto? —quiso saber su mejor amigo cuando llegó hasta él.

—No tenía ganas de venir —alzó sus hombros.

—Tonterías, es una mala calificación, tu mundo no se irá por eso.

Jimin quería creerle, en serio. Pero había trabajado tanto para esa nota, como para que al maldito gordo de Kim no le gustara su proyecto de por qué bailar desnudo frente a la clase aumentaba la inspiración al dibujar. Jimin había creído que el desnudarse en la clase de arte y bailar pasos de ballet acertaría su teoría de que todos tienen algo de voyeur. Lo reprobaron en su materia de Psicología abstracta y, de paso, también fue vetado de la clase de arte.

Pero... si era sincero consigo mismo, no trabajó tanto por ese proyecto. Le gustaba dramatizar, de vez en cuando su vida necesitaba algo de drama adolescente.

—Tienes que admitirlo, Tae, todos tenemos algo de voyeur.

—Yo te creo, amigo. Pero a Kim no le gustó tu idea. Quizá psicología no es lo tuyo.

Ambos se miraron, para luego estallar en risas que, si no fuera por la música en volumen alto, se escucharían por toda la casa.

—Vamos, relájate con una bebida —TaeHyung le extendió un vaso con un líquido de dudosa procedencia. Aunque, al olerlo, simplemente era tequila combinado con refresco. Lo tomó y llevó el borde del vaso hasta su labio inferior—. Vamos, hombre. ¿Por qué hoy vienes tan indeciso?

—Esta casa queda demasiado lejos de la mía, si me emborracho, ¿cómo diablos me iré?

—No te preocupes por eso —tranquilizó TaeHyung al colocar un brazo por sobre sus hombros. Aunque eran de la misma edad, su mejor amigo era más alto que él—. Hice que Jin pasara por nosotros.

—Dios mío, ¿qué hizo como para que lo chantajearas?

TaeHyung sonrió maquiavélicamente.

—Nada fuera de lo normal. Lo encontré besuqueándose con el vecino. Todos sabemos que anda con él, pero Jin jura y perjura que sólo son amigos.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora