8. Anormal

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Comenzaba a despertarse de un estado de letargo. ¿Dónde estaba? ¿En su cama o por qué estaba tan cómodo?

Apretó sus párpados con fuerza, no queriendo abrirlos, movió sus hombros para que su cabeza se acomodara mejor sobre aquel hombro. Su sentido del olfato era llenado por una fragancia extraña y, a la vez, familiar, mientras que su sentido del oído se invadía por una melodía que no conocía. Frunció su ceño.

De pronto, recordó dónde estaba: en biblioteca, al lado de Min Yoongi.

Abrió los ojos de golpe y enderezó su espalda. Giró su cabeza hacia su izquierda, encontrando a Yoongi escribiendo en una pequeña libreta con pastas negras.

—¿Estás bien? 

Asintió repetidamente ante la pregunta y rascó su nuca luego, abochornado. 

—Yo... ¿en qué momento me dormí?

Yoongi tomó su celular después de soltar la libreta y Jimin dejó de escuchar aquella delicada melodía que lo había acompañado en su despertar.

—Hace como media hora, creo.

—¿Mientras escuchábamos a Beethoven? —inquirió, sintiéndose culpable. Era la primera vez que Min Yoongi hablaba tanto con él, y Jimin sólo se durmió.

—Eh... no. Cuando escuchábamos a Mozart.

Soltó un suspiro extenso.

—Rayos. Lo siento mucho, yo...

—Tranquilo —Jimin lo miró. Yoongi tenía la esquina de su boca alzada, mostrando una sonrisa extraña. Había estado sonriendo así mientras le explicaba sus temas de examen y Jimin no entendía por qué—. Merecías descansar luego de tanto estudio.

—¿Por qué sonríes así? —prefirió ser directo.

Yoongi dejó de hacerlo en automático, volviendo a encogerse en su sitio.

—Lo siento, ¿te incomoda? No volveré a hacerlo.

Jimin quiso golpearse. Pero quería entenderlo.

Entenderlo para poder leer su mente.

—No, no es eso, Yoon —dijo el diminutivo por primera vez. Eso provocó que el aludido alzara su mirada y conectara con la de él. Jimin tomó su mano, esa que había estado reposando en la rodilla—. Me gustaría saber qué de mí te hizo gracia, quizá lo haga más seguido.

Yoongi primero estudió su rostro, buscando algo. Al parecer, lo encontró, porque le sonrió con los labios juntos.

—Sólo... es divertido estar contigo. —Miró al suelo, dejando de sonreír para susurrar—: Y agradable.

Jimin sonrió, triunfante.

—Entonces deberías de pasar más tiempo conmigo. Prometo no dormirme.

Yoongi movió la cabeza ligeramente, sin mirarlo. Jimin supuso que ese era un sí.

Miró su reloj, eran las cinco con cuarenta. Llegaría tarde.

—Lo siento, Yoon. Pero debo de ir a casa —soltó la mano del otro que no había dejado y se levantó, tomando sus cosas desordenadas por toda la mesa—. Te escribo luego.

Antes de salir corriendo de la biblioteca, recordó aquel dato tan importante. Se detuvo en seco, sacó su celular y se lo extendió a Yoongi.

—¿Me pasarías tu número?

Yoongi tomó el celular entre ambas manos y tecleó en este, luego se lo devolvió.

—Adiós, Yoon.

No lo miró para saber si se había despedido de él también, sólo huyó de allí. Si no fuera por la preocupación de que llegaría tarde a casa, entonces estaría brincando por al fin tener el número telefónico de aquel chico que besó en una borrachera.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora