25. Relaciones parentales

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—¿Estás seguro de que no quieres que entre contigo?

Jimin lo meditó un momento.

—Yo creo que es mejor que no lo hagas. Es una plática que debo tomar con ellos.

Yoongi asintió en silencio. El autobús por fin llegó y ambos subieron.

—¿Y tú? —quiso saber al tomar asiento—. ¿Cómo vas con tu padre?

Yoongi chasqueó la lengua.

—Es un poco terco cuando quiere. Ha estado insistiendo en pedir un intercambio para que me quede en Francia con él.

El corazón de Jimin titubeó.

—¿Y tú lo quieres? —indagó en su rostro—. Es una buena oportunidad para ti estudiar y ya tocar en una orquesta reconocida en un país extranjero.

—Sí, lo es —Yoongi le dio la razón—. Pero no quiero estar lejos de ti.

—¿Cuál es tu sueño, Yoon?

Ambos se miraron. Yoongi pareció dubitativo al pensar la respuesta.

—Una buena vida —dijo por fin.

—¿Y cuál es tu pasión? —insistió Jimin—. Porque para tener una buena vida debemos hacer lo que nos hace felices.

Yoongi dejó de mirarlo para ver hacia el frente. Jimin siguió:

—Yo tampoco quiero estar lejos de ti, Yoon. Pero no puedes elegir a una persona por sobre tu sueño, sobre tu futuro y tu pasión o felicidad. Por mucho que me ames no puedes atarte a mí y luego ser infeliz porque no lograste lo que querías.

—Pero yo te quiero a ti.

—Y no me vas a perder —le prometió—, porque yo estaré a tu lado mientras cumples tu sueño.

Yoongi buscó su mano. Jimin abrió la palma, recibiendo la contraria y entrelazando los dedos. No dijeron más, ambos esperaron hasta que el autobús llegara a la calle de su casa.

Cuando por fin se detuvieron frente a la puerta de Jimin, este se giró a su pareja.

—¿Cuándo tienes que volver?

—Mañana sale mi vuelo a las siete.

—Bien —besó su mejilla a modo de despedida—. Voy a buscarte cuando acabe de hablar con ellos.

—Okay.

Yoongi se quedó hasta que por fin entró a su casa, dejándolo fuera. Jimin respiró hondo. Esperaba que sus padres aun no se fueran al trabajo. Caminó nervioso por el pasillo de la entrada, observó la sala de estar, encontrándola vacía. Siguió caminando y al fin los encontró sentados en el comedor. Ambos estaban callados, su padre miraba sus manos por sobre la mesa y su madre le daba la espalda a él, ignorando su llegada.

—Hola, papás —saludó luego de por fin tomar el coraje. Era ahora o nunca.

Su madre se giró con rapidez hacia él. Jimin no supo qué era exactamente lo que su rostro reflejaba.

—Jimin, ven. Siéntate con nosotros —no había utilizado un diminutivo, ni un cariño. Eso lo asustó.

—Tu madre me ha contado lo que has hecho —dijo su padre cuando tomó asiento—. Estoy muy enojado, jovencito.

—¡MinJoon!

—No, SeuJin. Jimin ha preferido perder el tiempo en pasos de baile en vez de estudiar.

—¡No es cierto! —se defendió Jimin—. Este semestre no tuve ni un sólo extra, todas mis materias las pasé en parciales.

Y era verdad. Sabía que esto pasaría, fue por eso que no se permitió descuidar ninguno de sus exámenes ni tampoco dejó su coreografía de lado. Fueron semanas de arduo esfuerzo y no permitiría que se le desvalorara.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora