16. Palabras

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De camino a casa, no podía dejar de pensar en NamJoon, en SeokJin, en su versión joven. Pero siempre sus pensamientos terminaban en Min Yoongi.

No quería. En serio no quería llegar a la conclusión de que Yoongi le daba un amor a medias. No lo merecía. Ya no más. Y lo peor de todo era que, pese a eso, él quería seguir allí.

Cerró los ojos y maldijo. No había aprendido ni un carajo de su antigua relación. Seguía siendo el mismo tonto carente de afecto.

Pero... maldición.

Yoongi era tan bonito. Tan lindo. No podía compararlo con JiHo. No podía porque eran totalmente diferentes. JiHo era un cretino, un estúpido con cara bonita que usaba eso como arma para obtener lo que quería cuando quería. En cambio, Yoongi tenía belleza infravalorada, era tímido y con fobia social, pero era educado, atento, siempre le decía «por favor» si lo iba a tocar. Yoongi lo escuchaba atentamente y lo miraba cuando le mostraba una coreografía. Siempre le daba uno de sus audífonos y le compartía música, le tomaba el brazo si sentía presión social o miedo.

Yoongi NO era JiHo.

Y, además, Yoongi no era bueno con las palabras. No era bueno comunicándose porque no tenía muchos amigos, más que Hoseok, y nunca había tenido una relación. Así que Jimin creyó que debía ser un poco más comprensible. 

Decidido, luego de llegar a esa conclusión, le mandó mensaje de texto a TaeHyung al detenerse a una cuadra antes de llegar a su casa, pidiéndole el número de Hoseok. Cuando se lo mandó, marcó.

—Hola, Jota. Soy Jimin.

¡Oh, Jimin! —saludó al contestar—. ¿Todo está bien, amigo?

—Sé que esto es un poco repentino, pero ¿podrías pasarme la dirección de Yoongi? No lo he visto en días y tampoco me responde los mensajes. Estoy algo preocupado.

¡Por supuesto! Te la mando por mensaje. Y de paso te agrego.

—Muchas gracias, Jota.

No hay de qué, amigo. —Jimin iba a colgar, pero Hoseok volvió a hablar—: Oye, Yoon a veces es así. Se enfrasca mucho en sus cosas. Y ahorita está presionado por el concurso. Dale una oportunidad, ¿sí?

Jimin suspiró.

—Hasta luego, Hoseok —y colgó.

Checó sus mensajes, encontró la dirección en uno de éstos y se dirigió hasta allá caminando. El sol casi se ocultó cuando logró dar con la casa. Era gigante. Tocó la puerta principal, luego de unos segundos alguien la abrió.

—¿Jimin? —observó a su alrededor y, como no encontró nada, tomó a Jimin de los hombros, agitado—. ¿Te sucede algo? ¿Estás bien?

—No sé si «bien» sea una buena palabra para definir cómo estoy —no pudo evitar el tono molesto en su voz—. Ya que no sé nada de ti. Ni un mensaje, ni siquiera para decirme «estoy vivo». Nada.

Yoongi pareció sorprendido al alzar sus cejas.

—Entra —soltó sus hombros y estiró su mano diestra, esperando a que la tomase—, por favor.

Miró aquella mano de manera indecisa. Tuvo que repetirse que Yoongi NO era JiHo para poder tomarla.

—Por favor, toma asiento —lo llevó hasta el sofá de la entrada, colocó sus rodillas en la alfombra y lo miró desde abajo, tomando amabas manos cuando Jimin se sentó—. Lo lamento mucho. Yo sólo... no quería distraerte. Sé que tu examen es mañana y no quería ser una distracción. Me metí mucho en la canción para el concierto, que aún no termino. Estoy muy atorado en eso y...

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora