22. Sueños

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—¿Por qué hiciste eso?

—¿Qué cosa, hijo?

Pocas veces en su vida ha sentido ese tipo de enojo. Ese que provoca que la boca de su estómago se comprima y que su pecho se agite; que al tragar le sepa amargo y la esquina de su frente punce. Pero estando allí, frente a su padre, ese tipo de enojo lo consume.

—No te hagas.

Pareciera que su padre realmente no sabe qué fue lo que le provocó tal malestar. Este se encuentra sentado en medio de la sala de estar y, mientras escanea su rostro, bloquea la pantalla de su iPad. Yoongi prefiere quedarse en su lugar, de pie, entre desafiándolo y sosteniéndose de algo imaginario para no dejarse caer por agotarse ante la intensidad de su enojo.

A Yoongi nunca le ha gustado la intensidad en las emociones. Ya sean buenas o malas, prefiere apaciguarlas porque toman de sí mucha energía. Así que, respira profundamente con afán de controlarse cuando su padre vuelve a inquirir.

—¿Es porque vine por ti? Ya lo habíamos acordado, Yoongi.

—No. Fue cómo lo dijiste frente a Jimin. Te dije, padre. Jimin es importante para mí.

El rostro inexpresivo de la persona frente a él le hacía creer que estuviese viendo el reflejo en un espejo. Eran tan parecidos.

—Además —continuó ante el silencio de su padre—, dijiste que hasta vacaciones. Apenas empezarán los últimos parciales. No puedo irme.

—Ya lo arreglé. Podemos irnos. Al coordinador de tu carrera le alegró que tuvieras la oportunidad de tocar en una gran orquesta.

—¿Y por qué yo no lo sabía?

—Por supuesto que sabías que iríamos. Tú mismo fuiste el que adicionó a inicios del año y te aceptarán por tres meses. Estarás de regreso en febrero.

Sólo pudo fruncir su ceño, sin saber qué más acotar a aquella conversación que parecía ser más unilateral. Su padre se levantó del sofá y caminó hasta él, le sujetó el hombro antes de seguir su camino.

—Entre más rápido nos vayamos, más rápido volverás.

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—¿Llevas shampoo?

—Hm.

—¿Pasta de dientes?

—Hm.

—¿Ropa interior?

—Eh... —dejó de intentar cerrar la maleta para girarse hacia su acompañante—. ¿Sí?

Había pasado una semana desde la llegada de su padre, al día siguiente ambos partirían rumbo a Francia, así que todos los minutos que pudiese pasar junto a Jimin eran importantes. Es por esto que Jimin torcía la boca desde la puerta de su habitación, parecía agitado mientras movía todo su cuerpo de un lado a otro; chasqueó los dedos cuando una idea llegó a su cabeza, sacó su billetera desde su bolsillo trasero y extendió la mano hacia él.

—Dame tu billetera.

Yoongi no cuestionó, la sacó desde su propio bolsillo y se la dio. Jimin colocó algo dentro.

—Listo. Así, cuando me extrañes, sólo debes ver dentro.

Al tener su billetera de vuelta, encontró una foto de tamaño infantil de Jimin. Sonrió porque era muy tierno, parecía ser un Jimin de quince o dieciséis años.

—Dame una tuya, ¿sí?

Accedió de inmediato, levantándose y dirigiéndose hasta su escritorio. En una cajita escondida en el fondo de uno de los cajones tenía todas sus fotos. Tomó una de cuando era más pequeño, tendría quizá unos diez.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora