18. Amor = vulnerabilidad

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Luego de unos cuantos tragos, creyó que tendría que cargar a un Yoongi borracho. Afortunadamente, no fue así. Lo que sí, fue que, en cuanto llegaron a la casa de Yoongi, éste lo llevó tirando de su muñeca con una exigencia que nunca había visto. No tuvo ni un ápice de miedo, porque no estaba siendo tosco, simplemente lo veía un poco... ansioso. Puesto que, desde que estaban en la barra de Serendipity, Yoongi tomó su cintura y no lo soltó. No hasta que tuvo que guiar de su mano hasta un lugar donde fuesen sólo ellos dos.

Si fuese por Jimin, le habría bajado los pantalones desde que se habían escondido en un cuarto pequeñito y un tanto sucio del bar, pero todo se fue cuando lo escuchó pedirle que no lo dejase jamás. Entonces, detuvo todos aquellos pensamientos primitivos y le soltó el «tenemos que hablar», porque creía que ese era un tema que merecía ser tocado. Una vez más, todo se estropeó cuando el dueño de Serendipity entró y le exigió a Yoongi trabajar. Ahora, que ya estaban dentro de la privacidad que brindaba la habitación, podían hacer lo que les placiera. 

Las manos que le desnudaban el torso con impaciencia no le dejaban otra opción, más que elegir la primera donde le bajaría los pantalones a Yoongi. O más bien, se dejaría bajar los pantalones por él.

Y tuvo razón, cuando aquellos dedos largos soltaron la pretina de su pantalón y lo bajaron de un tirón. Se quedó sin aliento cuando fue girado; el jadeo de sorpresa quedó ahogado al toparse con la gélida pared. Pegó sus propias palmas a ésta, a los lados de su cabeza, cuando Yoongi subió sus brazos empujando los codos mientras que tomaba su tortuosa erección y lo masturbaba. Yoongi mordió su hombro izquierdo, apretó el pecho a su espalda provocando que jadeo tras jadeo se desvaneciera al chocar con el concreto.

—No iré más allá —susurró en su oreja luego de morder el lóbulo—. No quiero lastimarte.

No podía responder debido a que la mano en su erección aumentó la velocidad. Su pecho comenzó a subir y a bajar, necesitando oxígeno. Y necesitó otra cosa, con más urgencia. Así que pegó más su pecho a la pared y alejó su trasero hasta que sintió la erección contraria, se restregó allí con exigencia.

—Hazlo.

Yoongi no respondió, sólo empujó su cadera para que ambos sintieran una fricción.

Su sistema estaba a nada de hacer combustión, no podía terminar con tan poco. Tuvo que tomar toda su fuerza de voluntad para detener la mano que atendía su entrepierna con ahínco.

—Yoon —soltó entrecortado—, por favor.

—Tu cuerpo puede no aguantarlo —respondió al rodear su cuerpo con la mano que Jimin no sujetaba y dejó reposar la cabeza en su hombro.

Cerró los ojos. Inhaló. Exhaló. ¿Qué haría con su Min Yoongi? Ni siquiera le ha contado su mala experiencia con su ex pareja y ya lo está cuidando como nunca antes alguien lo hizo.

—Estudiaste bien —elogió al girarse con algo de dificultad. Abrazó su cuello—, pero eso no importa. Anda.

Yoongi estudió su rostro.

—Podemos intentarlo diferente —propuso por fin.

—¿Diferente?

—Que yo sea quien esté debajo.

Alzó las cejas, asombrado.

—¿Seguro?

—¿Por qué no? —lo abrazó—. No quiero que me dejes.

De nuevo estaba allí. Jimin creía que era una inseguridad bastante válida, ya que Yoongi no tenía muchos amigos. No podía dejar ese tema en el aire.

—Cariño —acarició sus largos mechones azabaches—, tenemos que hablar sobre eso.

Miró a Yoongi a los ojos cuando lo obligó a enderezar su cabeza al tomar sus mejillas entre sus palmas.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora