19. Estrella con luz propia

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La soledad es buena. Le había dicho Jimin. Él nunca creyó que fuese mala. Era su amiga, lo único que escuchaba siempre: un vacío donde daba cabida a sus pensamientos intrusivos o a veces calmados. Siempre pensó en esta amiga como una canción, simple pero llenadora. Comenzó a sentirla insuficiente cuando la risa de Jimin apareció, cuando su voz llenó sus recovecos y su presencia marcó un antes y un después en su vida.

Por esta razón, en ese momento, sentado al otro extremo del largo comedor, con su padre de frente, comienza a extrañar la sinfonía titulada Park Jimin.

Su padre no hace más que masticar su comida, un recalentado de lo que habían comido el día anterior. Miraba de vez en cuando su celular y él simplemente era ignorado. Está acostumbrado a esa dinámica, toda su vida, desde que murió su madre cuando tenía tres, ha sido así.

Incluso extraña al parlanchín de Hoseok. A quien no ha visto desde que regresaron de la playa. Le había mandado un mensaje, pidiéndole disculpas por tramar el susto del fantasma con Jimin y JungKook. Hoseok le había respondido con un «está bien», pero no se ha aparecido por allí para verlo. Supuso que estaba consiente de su próximo concurso y por eso no lo molestaba. O quizá sí seguía enojado.

—Entonces... —carraspeó su padre llamando su atención. Dejó de apreciar cómo su tenedor atravesaba un brócoli para mirarlo—, ¿irás conmigo a Francia, cierto?

Yoongi se encogió de hombros. La verdad, seguía molesto con él por cómo había mirado a Jimin el día sábado.

—Yoongi —reprochó su padre—, prometiste entrar a la orquesta para finales de año.

—Sólo por vacaciones.

—Ya lo veremos.

Masticó su brócoli por fin y se formó el silencio. Se dio cuenta de que él y su padre eran más parecidos de lo que el físico proporcionaba a primera vista. Entendió por qué era tan callado cuando lo único que se escuchaba en esa habitación, era el choque de los cubiertos con la loza.

Cuando terminó, se levantó de su asiento y se encaminó hasta la cocina para lavar lo que había utilizado. Su padre lo detuvo antes de entrar.

—No querrás dejar de lado tu sueño por un romance de adolescentes, ¿cierto?

Sin mirarlo, respondió:

—Entonces entiendes quién es Jimin para mí.

—Un romance de chiquillos, Yoongi. Tu sueño debe ser más importante que un amor.

Su sueño...

Su sueño siempre fue el piano. Tocarlo, interpretar canciones o escribirlas. Fue su primer amor y pensó que sería el único. Pero ya no era así.

—Sé que casi no hablamos sobre sentimientos —dijo al por fin voltearse hacia su padre—, pero ¿podrías no volver a mirar mal a Jimin? Es importante para mí.

—Está bien —accedió al asentir con la cabeza—. Siempre y cuando tú prometas que no dejarás tu sueño de lado. Y que, si vas a Francia y la orquesta decide que eres lo suficientemente bueno para quedarte, lo harás.

Yoongi no respondió verbalmente, si no que, imitó el movimiento de cabeza, estando de acuerdo. Y siguió con lo suyo.

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—Pero mira lo que escupió el agua por estos lares. ¿A caso llovió?

—Hola, Jota.

Hoseok miró sus uñas y recargó su peso en el marco de su puerta.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora