2. El chico con el número 29

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Aún aturdido, salió de aquella habitación estrecha y oscura, buscando a su mejor amigo para rogarle que lo sacara de allí y lo llevara a casa; dejó al chico atrás, no aguantando sus ganas de vomitar. No sabía si era el alcohol el que ya estaba haciendo estragos en su sistema, o si era su mente que le estaba pidiendo un jodido descanso. Fuese cual fuere el caso, necesitaba parar aquella espiral asfixiante de pensamientos y emociones. Por una parte, estaban esos susurros en su conciencia¹ que le recriminaban por haberse besado con otro heterosexual, por otro lado, estaba su hígado que le rogaba ya no ingerir más alcohol.

—Te dije que era hetero —hablaron detrás de él. Se giró.

Sí, bueno. Siempre llegaba un punto en la borrachera de Park Jimin en la que su necesidad por contacto físico le ganaba a su razón. Y siempre por la mañana se lamentaba todo.

—Llévame a casa —fue lo único que atinó a decir mientras cubría su boca, evitando que escupiera todo el vómito que estaba reteniendo.

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El hermano mayor de TaeHyung pasó a recogerlos media hora después. En lo que esperaban, Park Jimin desahogó su frustración dentro de una taza de baño mientras su mejor amigo le acariciaba la espalda.

—¿Estuvo buena la fiesta? —preguntó Kim SeokJin una vez ambos estuvieron dentro de su auto.

—Sólo para Jimin —respondió desanimado su mejor amigo—. Él sí pudo conseguir un beso.

—¿Y tú por qué no? —inquirió Kim mayor mientras daba marcha al auto—. Los Kim somos encantadores, siempre conseguimos besos de las chicas más ardientes de la fiesta, Tae. No ensucies el apellido.

Jimin observó, convaleciente desde su lugar en el asiento trasero, cómo su mejor amigo torcía sus ojos ante lo que había dicho su hermano mayor.

—Para ti es fácil decirlo. Ellas se te acercan, no tienes que hacer nada. A mí me cuesta trabajo.

Eso era mentira, su mejor amigo era de los chicos más encantadores que conocía, pero prefería no adentrarse en la pelea de hermanos. Desde que salió del closet, SeokJin comenzó a tratarlo de manera diferente. Su relación ya no volvió a ser la misma, antes de declararse homosexual, parecía ser su hermano mayor. Ahora... bien, daba gracias al cielo si lo saludaba. Así que, si decía que para Jimin era fácil conseguir besos en un club LGBTQI+, sólo aumentaría la tensión de la casi inexistente relación entre ambos.

Claro, tampoco era bueno decir que, si llegaba a conseguir besos o fajes en una fiesta con gente que no era de la comunidad queer, era sólo con chicos que dudaban de su heterosexualidad y siempre terminaban aborreciéndolo. Mejor se quedaba callado y se lamentaba desde su sitio en el auto.

Al llegar a su casa, TaeHyung bajó con él.

—Puedes irte, Jin. Me quedaré con él ésta noche.

—Está bien, enano. Recuerda que mi parte del trato está hecho. No quiero que le digas a alguien sobre lo que viste.

Jimin miró sus pies que pateaban una piedra a lo lejos, suspiró junto con TaeHyung.

—Sí, no le diré a nadie.

—Adiós enano dos punto cero.

Jimin iba a responderle, pero Kim mayor condujo con rapidez, como el loco que era.

—Es un idiota —acotó su mejor amigo al comenzar a caminar hasta la entrada de su casa—. Sólo se hace daño al negar lo obvio.

—Es difícil —dijo en un susurro, más para sí mismo que para TaeHyung—. Aceptarse y darse cuenta de que eres diferente al resto.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora