Final: Metanoia (2° parte)

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N/A: El cap 26 se publicó antes que este por si no se les avisó. Besitos.

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Estaba a nada de cumplirse un año. Un año desde que llegó a ese departamento con su padre en una ciudad extranjera. Aunque trataba de concentrarse en practicar la infinidad de partituras en el piano, sentía un hueco en el alma. A comparación de todas las veces que lo sintió alrededor de su vida, ahora sabe qué es eso que le hace falta: Park Jimin.

En ocasiones, cuando termina la videollamada con él y se queda en el silencio de su habitación, se ahoga con la inmensidad de aquella soledad. Recuerda a su yo de hacía dos años, el que se regocijaba ante la oscuridad de su lugar, el que no necesitaba de una risa en específico o de una voz para sentirse completo, y entonces se burla un poco. Porque, aunque ahora tiene ese hueco de aquello que le falta, está seguro de que su vida no podrá estar mejor sin Park Jimin.

Le pidió tiempo, lo sabe. Tiempo para poder realizarse por completo para luego ir hacia él y darle todo lo que le pida. Jimin ha sido comprensivo, incluso fue él quien lo animó a quedarse en Francia, pero a veces quiere tirar todo por la borda y regresar a su país, a él.

Constantemente se pregunta si fue la mejor decisión. Si luego de la pregunta «¿sueño o amor?», elegir sueño fue lo correcto. Algunas veces la respuesta es un «no», no vale estar allí haciendo lo que le gusta si no puede estar al lado de Jimin. Pero luego está en videollamada con él, y éste le cuenta su día para luego proyectarle un futuro donde Yoongi es un pianista famoso y Jimin un bailarín con muchas coreografías a su nombre, y entonces la respuesta cambia a un «sí». Porque Jimin no merece nada menos que su versión realizada.

—¿Qué te gustaría para cenar hoy? —inquirió su padre al abrir la puerta de su habitación.

Yoongi ya no se molesta por eso. Durante el transcurso de esos meses su padre ha cambiado. Para mejor. Cuando Yoongi llega de la escuela él ya está allí, esperándolo, le pregunta qué es lo que quiere para comer o cenar, y él se lo prepara. Los momentos de silencio entre ellos durante las comidas ya no existen, su padre ha intentado —a su torpe modo— de preguntarle cosas. Yoongi no se limita cuando la pregunta de «¿y cómo es Jimin?» llega a la mesa. Y su padre tampoco se quiebra cuando el tema de su madre acontece. Incluso han colocado una foto de ella en la sala de estar, y Yoongi creé que puede llegar a recordarla con nitidez.

—Estofado de cerdo —respondió al dejar su libreta con pastas negras en el piso. La costumbre de componer al pie de la ventana no la ha dejado ir—, es el platillo favorito de...

—De Jimin. Lo sé —completó su padre—. Estofado será.

Yoongi creé que existen cambios buenos, tanto como malos. El primer cambio malo en su vida fue la muerte de su madre, luego la actitud de su padre. Por el contrario, el primer cambio bueno fue la llegada de Jimin en su vida, luego su forma de ver las cosas y, por último, la sonrisa que en ese momento su padre le regala mientras se recarga en el marco de la puerta. Ya no es una mueca falsa, ahora es sincera.

—¿Ya no puedes soportarlo, cierto?

—¿El qué cosa?

—La felicidad de que Jimin viene.

Yoongi ocultó su sonrisa al mirar el suelo. Era tan obvio.

—Ah. —Suspiró su padre al cruzar los brazos por sobre su pecho—. Recuerdo cuando le pedí matrimonio a MinSu. Estaba feliz y nervioso en cantidades iguales. Y sé que has de estar así luego de tanto tiempo sin verlo.

Desde año nuevo que no le veía, y ya era noviembre.

—¿A qué hora llega?

Yoongi miró el reloj de su muñeca.

Una vez en una borrachera [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora